viernes, 24 de abril de 2020

DAVID CROSS y PETER BANKS: del año 2010 al año 2020

David Cross & Peter Banks -Crossover

HOLA, AMIGOS DE CERCA DE LA ORILLA, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el enorme placer de presentar esta “vieja novedad” que es “Crossover”, un disco a dúo de DAVID CROSS y PETER BANKS, uno de esos muchos momentos en la historia del rock en que habitantes de los mundos de KING CRIMSON y de YES se encontraron viajando juntos en una travesía de sonidos rockeros experimentales y de gran carácter. En este caso, el encuentro entre estos dos genios se dio como resultado de la presencia de la DAVID CROSS BAND y HARMONY IN DIVERSITY en carteles compartidos en el underground londinense del año 2010. Todo lo que escuchamos de guitarra y violín en el repertorio contenido en “Crossover” fue registrado durante la tarde del 10 de agosto de ese año 2010 (a menos de tres años de la partida de BANKS) improvisaciones concordadas solamente por los dos maestros mencionados. Por ese entonces, HARMONY IN DIVERSITY era historia, pero en BANKS y CROSS quedaba pendiente la idea de crear rock experimental con espíritu futurista y prog-psicodélico bajo un contexto de improvisación creativa. Así pues, a lo largo de varias sesiones de grabación dirigidas y masterizadas por Tony Lowe y el propio CROSS a lo largo de los años 2018 y 2019, se añadió una nutrida serie de aportes performativos de parte de varios grandes nombres del rock progresivo, el rock duro y el art-rock de diferentes generaciones: el baterista-percusionista Pat Mastelotto, los teclistas Oliver Wakeman, Geoff Downes y Tony Kaye, el bajista bajistas Billy Sherwood, los bateristas Jay Schellen y Jeremy Stacey, y el experto en instrumentos orientales Randy Raine-Reusch. Andy Jackson aportó efectos de sonido en un tema y el propio Tony Lowe añadió partes adicionales de bajo y teclados en un par de temas. Mastelotto ya es un viejo conocido de CROSS (habiendo sido éste acompañante de los STICK MEN en más de una gira) mientras que la nota más entrañable de esta producción la pone esta especie de reencuentro del guitarrista y el teclista originales de YES (aunque, valgan verdades, por lo hecho en sus respectivas trayectorias post-YES, BANKS resultó tener una personalidad más poderosa que Kaye, pero bueno, ése es otro tema). Cuando todavía vivía, BANKS mostró muy especial interés en publicar material con CROSS, e incluso tal vez realizar otra sesión, pero en ese tiempo, el buen CROSS no se daba abasto para ello. Como ya sabemos, BANKS partió al más allá en marzo de 2013. Volviendo a este disco, el pasado 17 de enero fue la fecha de su lanzamiento al público, por vía del sello Noisy Records: tenemos en nuestras manos un disco que data del año 2010 en cuanto a su gestación, y también del año 2020 en cuanto a su acabado final. Ya es hora de detenerse en los detalles de “Crossover”.

David Cross & Peter Banks - Crossover

Durando poco menos de 9 ¼ minutos, ‘Rock To A Hard Place’ da inicio a las cosas con una actitud entusiasta y extrovertida. Al comienzo, su esquema sigue un estándar rocanrolero arropado bajo un preciosista manto de tonalidades prog-sinfónicas. Más adelante, se instaura momentos en los que el groove central se aplaca, y su función es muy importante a la hora de abrir espacios para el armado de interesantes matices cósmicos dentro de la dinámica de la pieza. Así las cosas, la atmósfera central transita hacia algo más denso, pero de todas maneras, opera un lirismo bien pertrechado mientras el jam sigue avanzando con un predominio de los parajes más constreñidos. Alrededor de la frontera del sexto minuto y medio, el swing rocanrolero regresa por un instante, pero es solo un momento de jovialidad antes de volver al recurso de ágil densidad. ‘Upshift’, por su parte, se centra en una atmósfera más otoñal y ceremoniosa, bien apoyada sobre un groove de tenor jazz-rockero, y como el compás está a medio tiempo, el bloque instrumental general se siente muy señorial, además de contar con campos de acción para explorar recovecos armónicos y solos impulsados por una aureola relajada. A medida que avanza el desarrollo temático, nos damos cuenta de que la nostalgia es el factor crucial en su ambientación general. Estas dos primeras piezas del disco son las más extensas del mismo: duran poco menos de 9 ¼ minutos y poco más de 8 ¼ minutos, respectivamente, y ya capturan la atención del oyente empático. El tercer tema del álbum se titula ‘The Smile Frequency’ y su misión consiste en exhibir un ejercicio de preciosistas sonoridades etéreas donde conviven las reglas de juego del prog psicodélico, la fusión contemporánea y la faceta más serena del jazz-rock. El violín asume un rol especialmente protagónico aquí, sobresaliendo siempre a través de las capas armónicas gestadas por los teclados y los ingeniosos quiebres rítmicos. Es bastante climática esta ilación de los tres primeros temas del álbum. ‘The Work Within’ es un tema de carácter free form donde se acentúa lo atmosférico, algo que resulta idóneo a la hora de articular su maraña volátil y abstracta. Las cadencias jazzeras de la sobria guitarra de BANKS y las florituras clasicistas de CROSS crean un diálogo muy productivo.

Ocupando conjuntamente un espacio de casi 10 ¼ minutos, la dupla de ‘Missing Time’ y ‘Plasma Drive’ tiene la función de seguir explorando matices, atmósferas y esquemas melódicos para el dúo y sus acompañantes a posteriori. En el caso de ‘Missing Time’, tenemos un nuevo ejercicio de modalidades free form, pero esta vez con menos misterio y más placidez que en ‘The Work Within’. En todo caso, dada la situación en la que la guitarra y el violín deciden sustentar un hermanamiento más estrecho a la hora de proyectar sus respectivos vuelos, lo que termina montándose aquí es un estudio de sonoridades psicodélicas con un talante crepuscular. Mientras tanto, ‘Plasma Drive’ se adentra bien a fondo en las cavernas de la espiritualidad introspectiva. El lirismo reinantese siente más delicado mientras el esquema rítmico opera con un refinamiento cristalino. Recién a mitad de camino instaura la dupla de batería y bajo su posicionamiento dentro del bloque sonoro general, y es a partir de entonces que el desarrollo temático acoge una notoria dosis de luminosidad, aunque sin dejar del todo el ámbito de lo introvertido. Para el pasaje epilogar, el ambiente vuelve a lo cavernoso pero con los ecos de la energía expresionista que fue tan dominante durante la segunda mitad de la pieza. Un tema muy destacado dentro del disco, claro que sí. ‘Laughing Strange’ resuena al principio como una hermana más tímida de la precedente en la mayor parte del tiempo, pero a poco de pasada la frontera del segundo minuto, entra a tallar un interludio dinámicamente inquietante, siendo así que su estilizada vitalidad obliga al groove original a regresar con un vigor nuevo. Es en este momento que nos topamos con el que nos parece el solo de guitarra más notable del disco... ¡Y nos da pena que no sea más largo! Un muy llamativo ejercicio de dinámicas jazz-progresivas, otro cénit del álbum. El tema homónimo del disco es el encargado de cerrarlo: su esquema de trabajo es flotante y etéreo, un nuevo y final ejercicio de free form que ostenta un talante elegíaco. Mientras la guitarra se concentra mayormente en la expansión de efectos cósmicos, el violín se despacha en un desahogo fluvial de retazos líricos donde late una tensión parcialmente controlada. Un muy buen fin para el álbum.

Todo esto fue “Crossover”, un legado decisivo de (en ese tiempo) dos leyendas vivientes del rock progresivo y experimental: DAVID CROSS y PETER BANKS, indagando en nuevas vías de expresión para un rock sin límites, crearon un tesoro progresivo genuinamente modernista que debería formar parte de cualquier colección mínimamente decente dedicada a este género. Nuestras más apasionadas palabras de agradecimiento para con ellos por haber gestado esta serie de composiciones en un momento de inspirada compenetración de mentes musicales. 



Muestras de “Crossover”.-

jueves, 16 de abril de 2020

DREAM THEATER: un tiempo nuevo y una fuerza recobrada

Dream Theater - Distance over Time


HOLA, AMIGOS DE CERCA DE LA ORILLA, LES SALUDA CÉSAR INCA.

El gran acontecimiento de hoy es el comentario sobre el más reciente disco de la veterana banda estadounidense DREAM THEATER, campeona histórica y aún vigente fuerza de la escena prog-metalera a nivel mundial. Nos estamos refiriendo a “Distance Over Time”, su nuevo disco que fue publicado el 22 de febrero del año 2019 por el sello Inside Out Music: el disco en cuestión fue producido por John Petrucci. El quinteto preserva férreamente la alineación de Petrucci a las guitarras, James LaBrie al canto, John Myung a los bajos, Jordan Rudess a lo teclados, y Mike Mangini a la batería y las percusiones. El lugar de grabación para las canciones contenidas en “Distance Over Time” fue una cabaña en la campiña de Monticello, Nueva York, usándola entre los meses de junio y setiembre de año 2018. La idea de abocarse a la gestación de un nuevo disco tras experimentar con lo teatral y las narrativas ambiciosas con la ópera-rock “The Astonishing” tenía que ser seguida por una estrategia de labores creativas diferentes, y la decisión grupal fue la de recluirse en un local rural para crear la nueva música en un ambiente de aislamiento relajado con muchas vías de comunicación entre los cinco integrantes, concentrándose en lo rockero mientras se redescubría la mentalidad progresiva que signó varios de los momentos máximos e inolvidables de la larga carrera de DREAM THEATER.* El disco ha tenido una muy buena recepción en las redes donde no solo escriben reseñadores sino también fans en las buenas y las malas. En este mismo blog, nosotros acogimos de buen grado al álbum doble “The Astonishing”, pero es honesto reconocer que era una obra que podía también saturar porque en algunas partes caía presa de sus propias ambiciones teatrales; en contraste, “Distance Over Time” contiene un repertorio donde todo fluye naturalmente sin saturarse en sus secciones más filudas ni perderse en sus secciones más suaves. La portada, evocativa del monólogo de Hamlet sobre la vanidad de la vida con el cráneo de Yorick, fue hecha por el constante colaborador de la banda Hugh Syme: el cariz robótico de la mano sugiere una variante en la meditación shakespeariana en el sentido de que ahora la cuestión es cómo impedir que la esencia del ser humano se convierta en algo vano en medio de la creciente industrialización de nuestro mundo actual. Bueno, vayamos a los detalles de los temas incluidos en este álbum: 9 en su edición oficial, con un bonus track en la edición especial.

Dream Theater

Durando casi 6 ¼ minutos, ‘Untethered Angel’ abre el disco exhibiendo una garra atractiva con una correcta ingeniería metalera y con un uso controlado de los aspavientos progresivos durante el transcurso de su desarrollo temático. Tras una calmada introducción de escalas de guitarra emerge toda la metralla sistemática del ensamble. Es evidente que su gancho rockero directo la convirtió en la canción elegida como primer single promocional del álbum, exhibiendo su garra sobre una ingeniería rítmica razonablemente sofisticada y que no se siente apabullante. Luego sigue ‘Paralyzed’, pieza diseñada para encuadrar el punche metalero más directo de la banda, saca buen provecho del medio tiempo instalado por Mangini para ostentar un aire de solemnidad mientras se afianza el motif central. Cuando llega el turno de ‘Fall Into The Light’, el grupo nos empieza a revelar las dimensiones más fastuosas de este repertorio: le saca buen provecho a su espacio de 7 minutos y pico, y además, cuenta con letra de Myung. La primera estrofa es simplemente genial: “Written on the water, memories dissipate. / Eyes begin to open, darkness drifts away. / Time and space like roses, whose petals drop and fade / And fall into the light as it dreams of yesterday.” Deteniéndonos en lo estrictamente musical, notamos de inmediato que hay una conexión esencial con los modelos de “Images And Words”, de “Octavarium” y de “A Dramatic Turn Of Events” tanto en la estilización fulgurosa de los diálogos entre los instrumentos como en el patente predominio de un talante sinfónico, algo que pasa a su mayor nivel de notoriedad en la irrupción de un hermoso interludio solemne sobre la barrera de los tres minutos y cuarto. A partir de aquí, se crea un aura majestuosa con una bien calculada prestancia que ulteriormente habrá de proyectar un retorno postrero al motif inicial con una dosis extra de señorío, incluyendo uno de los mejores solos de sintetizador del disco. ¡Un cénit incuestionable del álbum! ‘Barstool Warrior’ sigue en parte la senda de fastuosidad sinfónica dentro del paradigma prog-metalero, algo muy ostentoso y cautivador desde el mismo punto de partida, un genial prólogo instrumental. La letra, centrada en la calamidad vivencial de un alcohólico por causa del ambiente de fatal extrañamiento que crea en torno a sus seres más allegados. El índice melódico de la canción se hace eco de este mensaje mientras va avanzando por un creciente dramatismo, algo propio de las semibaladas.

Dream Theater

El quinto tema del álbum se titula ‘Room 137’ y su esquema global instaura un groove un poco más cañero que el de la canción precedente, aunque como ha sucedido con las dos primeras canciones del álbum, sin recurrir a un tempo furioso. Algunos recursos electrónicos del teclado y en el tratamiento de la voz nos hace recordar un poco a los últimos discos de DREAM THEATER con Portnoy, pero aquí la suntuosidad potencial es llevada por derroteros bien controlados. Como dato curioso, la letra de esta canción fue hecha por Mangini. ‘S2N’ – otra canción con letra de Myung – sí hace empleo de pasajes sonoros aparatosos en ciertos momentos estratégicos, y de hecho, exhibe una espiritualidad más extrovertida y aguerrida que cualquiera de las tres canciones precedentes. El vitalismo sofisticado de su compleja ingeniería rítmica y los impetuosos barroquismos empleados por Rudess y Petrucci hacen que los momentos más rudos no apelen a la crudeza pura y dura. Citamos el párrafo final: “Signal to noise defines the reason. / The world keeps turning as we latch on the wheel. / Our wounds begin to heal. / The chatter disappears and the message is revealed.” El solo de guitarra que se impone antes del último estribillo destila una furia erudita que nos remite a un híbrido de STEVE VAI y JOE SATRIANI, mientras que el solo de sintetizador del final nos muestra a un Rudess en un nuevo estado de inspiración hiperbórea. Las dos siguientes canciones, tituladas respectivamente ‘At Wit’s End’ y ‘Out Of Reach’, tienen letra de LaBrie, y la primera de estas dura poco más de 9 ¼ minutos, convirtiéndose en el tema más extenso del álbum. ‘At Wit’s End’, cuya letra está inspirada en el perpetuo drama interior que sufren las mujeres víctimas de abuso sexual y que afecta a todos los aspectos de su vida adulta, exhibe una de las erupciones metaleras más arrolladoras de todo el disco durante sus secciones más aguerridas. La letra es eficazmente conmovedora y citamos aquí la segunda mudanza: “You feel I’m asking too much of you but can’t let go. / Fear breeds the hate and your apathy, empty and hollow. / You lost your face, there’s no getting through. / Why shut me out? / Frantic, disturbed, filled with misery, can’t figure it out.” A mitad de camino, todo se calma para sembrar el camino para un interludio introspectivo, el cual sirve para que LaBrie le dé a su canto un giro vulnerable tras la asertividad agónica que antes fue dominante. De esta forma, la segunda mitad de la canción se va asentando a paso firme en base a los cimientos armónicos del piano y los inquietos solos de guitarra, en camino hacia su emotivo fade-out. Otro cénit del disco.
                                                                                                                John Petrucci 

En cuanto a ‘’Out Of Reach’, tenemos aquí una estupenda balada donde los teclados ocupan el rol central dentro de la primera instancia de la amalgama instrumental. Una vez que entra en acción el bloque total de los instrumentistas, la canción adquiere un señorío incrementado pero sin retorcer ni sobrepasar a la tragedia ínsita de la letra, el relato de un alma a punto de perderse en el vacío pero que aún puede aferrarse a las fuerzas que le quedan para salir de su amenazante abismo. ‘Pale Blue Dot’, que ocupa un generoso espacio de más de 8 ¼ minutos, cierra el repertorio oficial de “Distance Over Time” con una pomposidad absorbente y vitalista que sigue la senda iniciada por ‘Fall Into The Light’ para llevarla hacia una dimensión más opulenta y laberíntica. Por momentos, nos recuerda a las secciones más complejas de esa inolvidable suite ‘Octavarium’, y como un todo, nos remite a aires de familia con los momentos más esplendorosos de sus discos de 1992 y 1999 (¿Necesitamos decir sus títulos?). El final de la letra a cargo de Petrucci contiene este clamor humanista: “God creators, dream destroyers, / Knowledge seekers and bold explorers, / Hopeful children, mothers and fathers, / Out of this place we call our home. / Adrift in space, we’re on our own, / But who’s out there to save us from ourselves?” Diseñada para ser un punto culminante del disco, cumple con su cometido exitosamente, pero todavía queda el bonus track, que se titula ‘Viper King’ y tiene letra de LaBrie. Su manera de combinar un swing llamativo y la pesadez del metal con un aura de distinción nos remite a una encrucijada entre RAINBOW, los DEEP PURPLE de los 80s e inicios de los 90s y el proyecto de LaBrie MULLMUZZLER. A pesar de que los dos primeros temas de este álbum nos agradan bastante, nos parece que muy bien pudo reemplazar a cualquiera de ellos, e incluso erigirse como single promocional; exuda un gancho monumental a través de sus cuatro minutos clavados de duración. En fin, no nos queda sino hacer un balance final bastante positivo sobre este disco nuevo de DREAM THEATER, un trabajo que nos demuestra que los integrantes no nos estaban engañando (ni engañándose a sí mismos) cuando decían que el enfoque musical y compositivo para “Distance Over Time” era el de un retorno al núcleo esencial de su aún vigente legado. Aquí tenemos un estupendo muestrario del oficio y la pericia que tiene el quinteto a la hora de crear un prog-metal ampuloso, meticulosamente melódico y con un elegante uso de la vivaz fuerza rockera propia del género: una fuerza recobrada para su esencia vital. Aquí se ha seguido fielmente la huella de “A Dramatic Turn Of Events” pero con una mayor dosis de frescura, aquí se ha perseverado en la fastuosidad melódica de la ópera-rock “The Astonishing” pero sin caer en los excesos de la misma. Un disco muy bueno que por varias razones puede ser considerado como el mejor que han hecho desde “Octavarium” en una final de fotografía con el antes mencionado “A Dramatic Turn Of Events”.


Muestras de “Distance Over Time”.-

* Hay expresiones directas sobre esto en esta entrevista a James LaBrie [https://www.youtube.com/watch?v=X_R1Idf0n-U] y esta otra a Jordan Rudess [https://www.blabbermouth.net/news/dream-theaters-jordan-rudess-on-distance-over-time-this-album-is-a-bit-of-a-return-to-roots-and-getting-back-to-basics/]. La entrevista a LaBrie también indica el concepto de la imagen de la portada del álbum. 

viernes, 10 de abril de 2020

KARFAGEN: un gran vuelo prog-sinfónico en una suite... y algo más

Karfagen - Birds of Passage

HOLA, AMIGOS DE CERCA DE LA ORILLA, LES SALUDA CÉSAR INCA

Hoy echamos un vistazo a KARFAGEN, uno de los proyectos del irremediablemente trabajólico compositor y músico progresivo ucraniano Antony Kalugin. Uno de los primeros lanzamientos progresivos de este año 2020 pertenece justamente a KARFAGEN y se titula “Birds Of Passage”, siendo así que la mayor parte de su repertorio consiste en la suite homónima de casi 44 minutos de duración; dicha suite está dividida en dos partes. La publicación de este disco tuvo lugar concretamente el 3 de enero pasado. Para la Primera Parte, se empleó en las letras secciones de la obra poética de HENRY WADSWORTH LONGFELLOW; para las letras de la Segunda, el referente fue WILLIAM BLAKE. También hay en el repertorio unos temas mucho más breves, siendo así que el primero de ellos también usa un poema de BLAKE para la letra. Claro está, toda la labor de composición musical es del buen Antony. El origen de la banda se remonta al año 1997, cuando Kalugin tenía recién 16 años, siendo ya entonces muy competente a los teclados y la guitarra. Pero recién en el año 2006 pudo KARFAGEN, ya como proyecto suyo, debutar con el álbum “Continium”, y la cosa no ha parado pues el disco que hoy reseñamos es el décimo de su catálogo (y eso que no estamos contando los siete discos que tiene con su otro proyecto SUNCHILD ni los dos que tiene con HOGGWASH, proyecto a dúo con el músico galés Will Mackey). Volviendo a “Birds Of Passage”, este álbum nos muestra una consistente permanencia de parte de Kalugin y sus colaboradores en el área del rock sinfónico, exhibiendo sus deudas con el paradigma inicial al modo retro, pero también incorporando dinamismos más modernos dentro del entramado sonoro. En este disco ha participado una buena cantidad de colaboradores: Mathieu Spaeter (guitarras), Konstantin Ionenko (bajo), Viktor Syrotin (batería), Aleksandr Pavlov (guitarra clásica), los vocalistas Tim Sobolev y Olha Rostovska, Aleksandr Pastuchov (fagot), Maria Baranovska (violín) y Elena Kushiy (flauta). 

Veamos ahora los detalles de este disco. Los títulos de las secciones de la Primera Parte de ‘Birds Of Passage’ son ‘Your Grace’, ‘Against The Southern Sky’, ‘Sounds That Flow’, ‘Chanticleer’ y ‘Tears From The Eyelids Start (Part 1)’. Por su lado, la Segunda Parte consta de las secciones ‘Eternity’s Sun Rise’, ‘Echoing Green’, ‘Showers From The Clouds Of Summer’ y ‘Tears From The Eyelids Start (Part 2)’. Comienza la Primera Parte de la suite con un prólogo centrado en un despliegue de tonalidad ceremoniosas y lánguidas, casi coqueteando con lo sombrío, pero es que en realidad es un cúmulo concentrado de fulgor que explota a todo dar poco antes de la barrera del segundo minuto. A partir de allí, el bloque instrumental y los arreglos vocales se focalizan en un vitalismo preciosista donde confluyen los inmortales legados de YES, EMERSON, LAKE & PALMER y GENESIS. El empleo de un compás inusual le da una dinamica muy especial a las meticulosas amalgamas armónicas, solos y orquestaciones de teclados que van emergiendo a lo largo del camino. Mientras avanza el desarrollo temático, los pasajes suntuosos y los solemnes se van alternando dentro de un cuadro musical general que no deja espacio sin llenar dentro de su estilizada pulcritud melódica. Algunos interludios de cariz introspectivo son empleados para añadir recursos de misterio al asunto. A poco de pasada la frontera del décimo minuto, las cosas llegan a un culmen de suntuosidad melódica, algo muy en línea con los principales trabajos solistas de RICK WAKEMAN y, hasta cierto punto, con el paradigma retro-progresivo surgido en los 90s (al modo de THE FLOWER KINGS y también de GLASS HAMMER). De este modo, se prepara el terreno para la secuencia que hila un nuevo momento de solemnidad serena con otro mucho más desbordante, diseñados para sustentar las siguientes secciones cantadas. Una vez terminado un electrizante clímax de talante Yessiano, la sección final se retrotrae a una ambientación calmada signada por un lirismo flotante (al modo de una cruza entre CAMEL y PINK FLOYD). 

La segunda parte de la suite comienza con una sonata de guitarra clásica, la cual emana una placidez envolvente que, de alguna manera, condiciona el despliegue de lirismo cálido y gentil que se habrá de explayar una vez instaurado el bloque instrumental íntegro. Poco antes de llegar a la frontera del séptimo minuto, las cosas se densifican notoriamente sin romper con la calidez reinante, la cual permanece bien instalada dentro de la cruza de los paradigmas Yessiano y Genesiano. Eso sí, se nota un garbo muy filudo tanto en los solos de sintetizador como en los de guitarra que se van turnando. Poco a poco, esta Segunda Parte va recogiendo los ecos de los momentos más enérgicos de la Primera, añadiendo un talante celebratorio al asunto. A poco de pasada la frontera de los 15 ½ minutos, todo se detiene para que el piano inicie el proceso hacia un pasaje melancólico repleto de matices contemplativos, muy patentes éstos en los ornamentos y solos de los teclados que entran a tallar mientras la sección rítmica elabora un tempo lento en 3/4. Cuando llega la hora del solo de guitarra, la cosa suena como un híbrido de Roine Stolt y Andy Latimer, lo cual ayuda a dar una musculatura extra a un pasaje tan ceremonioso como éste. Tal vez se trata del momento más hermoso de esta Segunda Parte. El epílogo llega de la mano de retazos cósmicos de tenor relajante, al modo de una paz conquistada tras meticulosas observaciones y exploraciones. Los dos temas más breves son los bonus tracks titulados ‘Spring Birds Delight’ y ‘Sunrise’, respectivamente. El primero de ellos ostenta una agilidad mesurada centrada en el medio tiempo organizado por la sección rítmica, oportunamente sazonada con efectivos ornamentos percusivos; mientras tanto, las comedidas florituras de la guitarra acompañan al canto. Esto suena a una encrucijada de PENDRAGON y HÖSTSONATEN. Por su parte, el segundo de estos temas desarrolla una remodelación de la primera sección de la Segunda Parte de la suite, resaltando su potencial bucólico al modo de un ANTHONY PHILLIPS, y dando un rol protagónico a la flauta. Además, con la adición de suaves percusiones cibernéticas, el magnetismo melódico en curso fluye con un aura ensoñadora. Muy buena idea. 

También hay una pieza no incluida en el disco que solo aparece en el blog de Bandcamp de KARFAGEN: ‘Birds (Short Introduction)’, que no es sino una remodelación de la primera sección cantada de la Primera Parte de la suite, casi como si se hubiese preparado para la publicación de un single, pero ahora en versión casi netamente instrumental. No aporta nada a la experiencia ya disfrutada en el concepto integral de esta nueva obra de KARFAGEN. Más allá de este detalle, como balance final, hay que valorar a “Birds Of Passage” como un disco vibrante, lleno de prestancia melódica a raudales, un nuevo índice del aporte estético que este proyecto ucraniano brinda al presente del ideal prog-sinfónico a nivel mundial. El personal de KARFAGEN vuelve a dar en la yema del gusto a los acérrimos amantes del rock progresivo sinfónico, sin exigirse salir de su propio guión musical ni añadir algo nuevo a las cimas expresivas plasmadas en la secuencia de los tres discos antecesores. Ante todo, se trata de un disco muy recomendable. 



Muestras de “Birds Of Passage”.- 

viernes, 3 de abril de 2020

40mo aniversario de una tormenta en la campiña de JETHRO TULL: una agridulce elegía

Jethro Tull ‎– Stormwatch ...The 40th Anniversary Force 10 Edition...

HOLA, AMIGOS DE CERCA DE LA ORILLA, LES SALUDA CÉSAR INCA.

Hoy tenemos el agridulce deleite de comentar la reedición especial y masiva del último disco de JETHRO TULL de la década de los 70s, “Stormwatch”: publicado en el 14 de setiembre de 1979 simultáneamente en los mercados británico y norteamericano, este disco signó la culminación de una etapa musical de JETHRO TULL en un ambiente tan tenso que también conllevó la ruptura (momentánea) de camaraderías otrora fuertes como el más resistente de los hierros. Parece como que incluso el fragmento de la canción ‘Dun Ringill’ (“Lines joint in faint discord and the stormwatch brews / A concert of kings, as the white sea snaps / At the heels of a soft prayer / Whispered…”) que está transcrito en la parte inferior de la portada manifiesta la mezcla de desazón y frustración que Anderson estaba padeciendo mientras sus ideales musicales y el ethos colectivo que siempre gustó de impulsar dentro del seno de JETHRO TULL se estaba desmoronando de manera escalonada e imparable. Bueno, por lo pronto, cabe destacar que existe un ítem remodelado y ampliado de “Stormwatch” viene como cuádruple CD y doble DVD, estando los dos últimos CDs dedicados a plasmar el concierto que el grupo dio, todavía como sexteto, el día 16 de marzo de 1980, en un local situado en la hermosa ciudad neerlandesa de La Haya, llamado Congreßgebouw. Esta masiva y meticulosa reedición, publicada a mediados de octubre del pasado año 2019, se titula “Stormwatch – The 40th Anniversary Force 10 Edition”. Ya para el tiempo del concierto antes mencionado, el lugar del difunto John Glascock estaba ocupado por Dave Pegg, amigo de la banda y también miembro itinerante de FAIRPORT CONVENTION. Glascock todavía estaba presente cuando el material del nuevo disco se estaba ampliando de a pocos mientras aún no terminaba la serie de giras promocionales para “Heavy Horses” y “Bursting Out”; además, aparece registrada su labor de bajista en tres de los temas que componen el disco ahora homenajeado, pero Anderson terminó haciéndose cargo del bajo en el resto del disco tras despedirle de la banda. Así, el buen Ian añadía un elemento más a su arsenal de flautas y guitarra acústica, además del canto. El resto de la banda todavía seguía integrado por Martin Barre [guitarras eléctricas y clásica, y mandolina], John Evan [piano y órgano Hammond], David Palmer (ahora Dee) [sintetizadores, órgano de fuelles portátil y arreglos orquestales] y Barriemore Barlow [batería y percusión]. El ahora quinteto todavía operaba mentalmente como sexteto pues la urgencia de contar con un nuevo bajista permanente en sus filas tenía que dar resultados pronto... y así fue con el ingreso de Dave Pegg, quien también sabía tocar mandolina y aportaba eficazmente voz de coro. De hecho, este señor no era ningún extraño dentro de la órbita musical donde se movía JETHRO TULL pues había sido integrante del grupo de folk-rock FAIRPORT CONVENTION.

Jethro Tull ‎– StormwatchJethro Tull ‎– Stormwatch

Técnicamente hablando, el disco “Stormwatch” tuvo un proceso de grabación muy expansivo entre agosto de 1978 y julio del año siguiente, mientras la temática ecológica iba perfilando y orientando el material a ser concretamente incluido en la versión final del disco. En estos once meses, el grupo estuvo bastante prolífico y, pensando solo en el aspecto práctico de mostrar al público lo que se ha creado, el material compuesto y ensayado durante esa temporada daba para un doble álbum de estudio sin ningún problema, pero el buen Ian se esmeró en hacer del disco uno explícitamente enfocado en el drama y la incertidumbre de la especie humana y del medio ambiente, al menos, en su mayor parte. La maquinaria de JETHRO TULL seguía operando con el cronograma de sesiones de grabación de nuevo material seguidas de una gira para volver a repetir el círculo a fines de los 70s, y tanto la intensidad del trabajo como la buena recepción del público seguían con el buen ímpetu de siempre. Pero, de alguna manera, lo que se esperaba que se pudiese culminar antes no llegó a un nivel satisfactorio: según palabras de Barre, en una entrevista que concedió a la revista Melody Maker una vez publicado el álbum, el grupo tenía listo mucho material para llenar un álbum a fines de 1978 pero, tras una exhaustiva gira estadounidense en los meses de abril y mayo de 1979, el grupo regresó a los estudios de grabación y se dio cuenta de que no era mucho lo que tenía de real valor grandioso para los estándares de la banda. Al final, todos los temas que entraron en el disco fueron grabados en los Maison Rouge Studios de Fulham y en el Maison Rouge Mobile del propio Anderson; antes del arribo del año 1979, también tuvieron lugar sesiones de grabación en los Townhouse Studios de Shepherd’s Bush, pero el grupo no volvió allí al año siguiente. De todas formas, el grupo se dio abasto para publicar el single ‘A Stich In Time’; más adelante, un mes y medio después del lanzamiento de “Stormwatch”, el grupo publicó el EP “Home”, que incluía ‘King Henry’s Madrigal’, tema no aparecido en el álbum en cuestión. Esa gira estadounidense a la cual hizo mención Barre culminó en el Centro de Convenciones de San Antonio, Texas, el 1 de mayo de 1979: se trataba del último concierto del grupo con John Glascock como integrante. Fue durante las primera semanas de preparación del nuevo material para el siguiente álbum que Ian Anderson hizo lo que nadie más quería hacer: despedir a Glascock de la banda para que su muy probablemente cercana muerte (un señor con problemas cardíacos congénitos y que, habiendo pasado recientemente por el quirófano, seguía fielmente adicto al alcohol y a las drogas, además de tener que consumir fármacos por prescripción médica) no manchara de sangre a la congregación grupal. A pesar de eso, todavía se hizo presente en un documental de la BBC que se realizó durante esa gira y que recién se proyectó en enero de 1980.

Jethro Tull ‎– Stormwatch ...The 40th Anniversary Force 10 Edition...

Anderson no se refiere exactamente a un despido sino a un periodo indefinido de descanso (o tal vez prefiere recordarlo así), aunque realmente Glascok debe haberlo sentido como un despido cuando, a pocos minutos de escuchar las palabras directivas de Anderson, se cruzó con Palmer y se despidió de él portando su bajo en el estuche. Anderson recuerda que Glascock siempre era profesionalmente puntual en los ensayos las sesiones de grabación, pero que cada vez más se sentían sus manos temblorosas y que necesitaba de un trago o dos para tocar bien: “Él iba un rato al bar del estudio Maison Rouge en su intento de sobreponerse a su incomodidad consigo mismo a través del alcohol. Era algo muy triste de ver.” Palmer también recuerda una conversación durante esa gira, mientras se realizaba una prueba de sonido, en la que John le confesó que “sentía miedo de que pudiese saltar por el borde lateral del escenario y caer al vacío como un saco de huesos”. Palmer, en medio de su propio desconcierto, le recomendaba que probara beber un día sí y un día no, y que no dejara de hacerse sus chequeos médicos. Barre lo recuerda como un músico totalmente dedicado a JETHRO TULL y siente que sus compañeros pudieron haberse esforzado más por presionarle para que mejorara su estilo de vida. Barlow, tal vez su amigo más cercano, recuerda haber tenido varias discusiones serias con él desde un rol de hermano mayor que da una reprimenda al menor. Pero bueno, nada de esto sirvió de mucho y, a fin de cuentas, lo probable se cumplió en el cumpleaños #33 de Barre, mientras la banda estaba de gira nuevamente en los EE.UU. con el nuevo bajista Dave Pegg, y, al terminar un concierto en la ciudad de San Diego, Anderson se lo comunicó a los demás integrantes del quinteto que Glascock había fallecido. Barre, hasta el día de hoy, prefiere no hablar mucho del tema aparte de decir que fue uno de los días más tristes de su vida y que él fue una de las personas más amables que conoció jamás: “¡No le merecíamos! ¡Realmente no le merecíamos!” Barlow fue el más afectado, y de hecho, lloró muchas veces durante el concierto del día siguiente, en la ciudad de Oakland. Como dato adicional, resulta que él se había mantenido en contacto con John y había coordinado con David Allen (excolega de John en CARMEN) la formación de un trío como un proyecto paralelo: “Llamé a David y el estuvo de acuerdo con eso. Hablamos los detalles durante un almuerzo y… al día siguiente, John murió. Todavía quedaba un concierto de TULL por hacer pero yo no quería tocar, así que el management me tuvo que obligar a hacerlo. Yo estaba como un zombie.” 

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Volviendo un poco atrás, a mayo de 1979, Anderson asumió el rol de bajista para los temas que aún no estaban terminados para “Stormwatch”, siendo el Gibson Firebird su ítem escogido para la ocasión. De hecho, ya lo tenía en su arsenal personal desde los tiempos del “Songs From The Wood”, donde aparece una canción donde Ian toca todo: ‘Jack-In-The-Green’. Ian describe al instrumento de manera poco elogiosa: “el intento de Gibson de imitar el sonido del Fender Jazz Bass”. En todo caso, con un plectro y cuerdas nuevas, el instrumento podía adquirir una fuerza expresiva requerida para la ocasión. Dadas las circunstancias, Ian tuvo que trabajar con el maestro Barriemore muy estrechamente para elaborar los registros de los esquemas rítmicos de las canciones (más allá de lo muy cuestionable que es la apreciación de Ian de que el bajo es muy fácil de tocar pues, al fin y al cabo, solo tiene 4 cuerdas). Dada esta labor añadida de Ian dentro de la logística de JETHRO TULL, Barre tuvo la ocasión única de tocar todas las partes de mandolina en el álbum; la mandolina no era precisamente un instrumento ajeno a JETHRO TULL, no solo desde los tiempos de su glorioso segundo álbum “Stand Up”, sino también de algunos singles previos al mismo (como el single que contenía ‘Love Story’ y ‘Christmas Song’), pero era la primera vez que Anderson no se hacía cargo del susodicho instrumento. Una vez terminados los procesos de grabación, mezcla y producción de “Stormwatch”, había que convocar al sexto miembro faltante, un bajista. Entra en escena Dave Pegg, quien venia del recientemente disuelto grupo de folk-rock FAIRPORT CONVENTION y quien habrá de quedarse en las filas de JETHRO TULL hasta mediados de los 90s. Fue mediante una recomendación de Barlow que Anderson acogió la idea de tenerlo como reemplazante de Glascock, y claro está, la línea de trabajo de FAIRPORT CONVENTION pintaba al buen Dave como alguien capaz de absorber y realzar los elementos folclóricos que los mismos TULL desarrollaron durante el 99% de su carrera musical. La primera sesión de grabación con Pegg (o Peggy, como le apodaban sus amigos dentro del entorno musical) en la banda fue el registro de ‘King Henry’s Madrigal’, mientras que su primer concierto tuvo lugar el 5 de octubre de 1979 en los Maple Leaf Gardens de Toronto, Canadá. ¡Y pensar que Pegg casi no entra a JETHRO! Resulta que las primeras veces que Ian le llamó para hacerle la propuesta profesional correspondiente, él no estaba presente y, más bien, desestimó las llamadas porque pensó que se trataba de un tal Ian A. Anderson que le había enviado un disco de su grupo, llamado ENGLISH COUNTRY ROCK BAND, y quería telonear a FAIRPORT CONVENTION. Ian, cuando ya pudo localizar a Dave, le dijo algo así como “te he llamado cuatro veces en estos últimos días y no estoy acostumbrado a que no me devuelvan las llamadas”. Tras pedir las disculpas de rigor, Pegg escuchó y aceptó gustosamente la propuesta. Muy pronto hizo buenas migas con los demás integrantes de la banda, especialmente con Barre y con Barlow, pues los tres son de Birmingham y eso les brindaba una sensación de camaradería. Eso sí, el único de ellos que compartía parcialmente su gusto por unas buenas cervezas era Barlow. Pegg siempre ha sido un buen bebedor y, encima, el usualmente distante y disciplinario Ian, no tardo mucho en unirse a sus sesiones cerveceras en algunas ocasiones. Según se veía, sus hábitos de consumo de licor no atentaban contra su salud, así que no había peligro de que se repitiera el destino mortal de Glascock.

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Ya va siendo hora de que vayamos a los detalles de este disco tal como lo conocemos desde hace poco más de 40 años. ‘North Sea Oil’ da comienzo a las cosas sobre un alegre compás de 5/4, lo cual nos puede hacer recordar a su clásico hit ‘Living In The Past’ en cuando a este dato estructural, pero su espíritu bucólico y su vigor están más emparentados con el de las dos primeras canciones del LP anterior “Heavy Horses”; de todas formas, también se nota algo de la melancolía que marcaba a la canción de cierre del mencionado LP. De hecho, su temática es nostálgica en tanto que su letra establece una posición de reserva frente a la instauración y la expansión de la industria petrolera en ciertas áreas rurales: “Black and viscous, bound to cure blue lethargy. / Sugar-plum petroleum for energy.” – “New-found wealth sits on the shelf of yesterday. / Hot-air balloon, inflation soon will make you pay.” El solo de guitarra que emerge en el intermedio rural es fiero a la vez que melódico, mientras que la batería de Barlow hace gala de la ágil exuberancia de siempre. ‘Orion’, el siguiente ítem, es una canción muy notable en su alternancia de pasajes acústicos y rockeros, siendo éstos muy propiamente llenos de fastuosa garra. ‘Orion’ y ‘Old Ghosts’ (la segunda del otro lado) son las canciones con contenido mágico en sus letras dentro del álbum: la constelación del título es evocada como una presencia celestial a la cual se le pide urgentemente una luz guía, mientras que en la otra canción se hace alusión a la cohabitación entre los que viven en el más allá y los que aún permanecemos en el más acá. ‘Home’ ocupa el tercer lugar del lado A del álbum y muestra, con relativa concisión, un horizonte de espiritualidad relajada dentro del acogedor ámbito familiar. Esta bella balada de talante bucólico nos brinda un poco de relax emocional tras los índices de preocupación e incertidumbre plasmados en las dos canciones precedentes (“As the dawn sun breaks over sleepy gardens, / I’ll be here to do all things to comfort you. / And though I’ve been away, / Left you alone this way, Why don’t you come awake and let your first smile take me home?”) La sencilla base melódica queda bien ornamentada por las ricas líneas vocales que un Anderson, en plan fehacientemente introspectivo, transmite con calidez a flor de piel, y sobre todo, por los muy evocadores fraseos de la guitarra eléctrica en aquellos espacios en los que se abre paso durante los estribillos. Mientras tanto, los arreglos de cuerdas y los sobrios aportes del piano engrandecen la emotividad que reina a través del núcleo melódico de la canción. Esta balada de poco más de dos minutos y medio dice mucho.

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La cuarta pieza del álbum brilla con luz propia a todo dar: nos estamos refiriendo a la primera mini-suite del repertorio ‘Dark Ages’, una canción que tuvo su entecedente en una canción de más de 8 minutos de duración que fue descartada del “Songs From The Wood” y que, tras una cirugía musical severa y una serie de cambios graduales en la letra, fue tomando forma en la última gira previa a la grabación de este disco en cuestión. En muchos sentidos, ‘Dark Ages’ es la hermana más trágica de ‘No Lullaby’, la cancion de “Heavy Horses” que también se enfocaba en la faceta cruel y autodestructiva del género humano. Cierra la primera mitad del disco el saltarín instrumental ‘Warm Sporran’, una pieza alegre cuyo primer impulso motivado por la tríada de batería, piano y batería se va completando a lo largo del camino con las salidas al primer plano de la flauta, la mandolina y la guitarra eléctrica.* La dupla de ‘Something’s On The Move’ y ‘Old Ghosts’ se encarga de articular un dinamismo muy atractivamente versátil para los 9 primeros minutos del lado B. Ya desde el inicial riff de guitarra de ‘Something’s On The Move’ nos damos cuenta de que el grupo está preparado para explorar su faceta más filuda con la refinada contundencia de siempre, logrando crear un ambiente eléctrico con vibraciones que desde 1975 no habíamos vuelto a escuchar en un posicionamiento tan frontal en un álbum de JETHRO TULL. Barre saca de sí todas las aristas de su faceta más explosiva. El vigor rockero de esta canción, que cobija intervenciones muy lucidas de la guitarra eléctrica y fuertes armonías del órgano Hammond, se contrasta muy sugestivamente con la grácil propulsión de la otra, cuyo lirismo marcado sobre un compás que alterna 7/8, 10/8 y 4/4 va fluyendo con cierta cualidad etérea. Su esquema folk-rockero suena espectral, pero con un tono muy gentil. Barlow es ahora el más lucido del ensamble instrumental. Aquí hallamos la enésima muestra del talento poético del maestro Ian: “Young children falter in their games / At the altar of life’s hide-and-seek. / Between tall pillars, where Sunday-night killers / In grey raincoats peek. / Misty colours unfold a backcloth cold / Fine tapestry of silk. / I draw around me like a cloak /And soundless glide a-drifting.” Pero algo más etéreo se nos muestra acto seguido con la breve y seductora balada acústica ‘Dun Ringill’, cuya letra incluye la palabra que titula al álbum. La melancolía entrañable antes exhibida en ‘Home’ ahora adquiere un tono un poco más grave cuando uno deja la seguridad del propio hogar para echar una nueva mirada al paisaje: “We’ll wait in stone circles ‘Till the force comes through. / Lines joint in faint discord / And the stormwatch brews / A concert of kings as the white sea snaps / At the heels of a soft prayer / Whispered.” Dun Ringill es un castro de colina situado en la Península escocesa de Strathaird, en la Isla de Skye. Dicho castro fue fundado durante la Edad de Hierro y más tarde, reforzado en la Edad Media; actualmente, se exhibe sus ruinas junto al Lago Slapin. El narrador del inicio es el mismo que hace acto de presencia durante el interludio de ‘North Sea Oil’, y se trata de Francis Wilson, el relator de noticia meteorológicas de la BBC. Sus narraciones se hacen eco de los muchos paralelos que hace Ian entre el clima frío del exterior y la tensión propia del espíritu humano en el entorno mega-industrializado. 

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Nos acercamos al final del disco cuando nos topamos con su segunda mini-suite, la misma que se titula ‘Flying Dutchman’. Esta canción que dura alrededor de 7 ¾ minutos arrastra sobre sus magníficos hombros el más abundante despliegue de atmósferas y emociones nostálgicas del disco. El pasaje inicial de piano tiene obvias connotaciones inspiradas en la academia romántica, pero pronto el cuerpo central de la canción exhibe su alternancia de pasajes en clave de blues-rock y otros de tenor folk-rockero. Además, este último factor adquiere unas trazas exóticas durante el interludio, el cual mezcla lo céltico con ciertos aires del Extremo Oriente. La letra tiene claras invocaciones a la conciencia social y la exigencia de solidaridad en medio de un sistema socioeconómico que se centra en la producción en masa y el consumismo, algo que se puede retratar en cualquier escena urbana donde se ve a alguien con solvencia económica y otra persona homeless que busca qué hay de aprovechable en un vertedero de basura: “Old lady with a barrow; life near ending. / Standing by the harbour wall; warm wishes sending. / Children on the cold sea swell, / Not fishers of men. / Gone to chase away the last herring; / Come empty home again.” – “So come all you lovers of the good life, / Your children playing in the sun, / Set a sympathetic flag a-flying / And be there when the Dutchman comes.” El final del disco, al igual que con el final del lado A, viene de parte de una pieza instrumental, esta vez compuesta íntegramente por Palmer: ‘Elegy’, el trazo definitivo de nostalgia de este álbum. Es muy común que algunos melómanos despistados piensen, teniendo en cuenta el fallecimiento de Glascock durante esta época crepuscular de JETHRO TULL, que esta pieza instrumental está dedicada a la memoria de él... ¡pero si es que él toca allí! En realidad, este hermoso tema de talante a lo BACH comenzó como una balada fúnebre con letra que el entonces David Palmer escribió en memoria de su recientemente fallecido padre. Fue algo casi instantáneo: a poco de recibir la triste noticia, Palmer encargó a su entonces esposa que la comunicara a otros familiares mientras él componía los primeros esbozos de esta pieza en el piano de su casa. Esta elegía está bien encuadrada dentro un equilibrio finamente orgánico entre los instrumentos acústicos y eléctricos, dejando que el entramado de órgano portátil de fuelles y piano clásico se encargue de la base armónica mientras la flauta, las guitarras eléctricas y acústica, y algunos tenues arreglos de cuerda completan el esquema melódico en curso asumiendo conjuntamente el rol protagónico. El cierre con fade-out viene muy bien como símbolo auditivo del carácter transitorio de los asuntos humanos, incluyendo a la vida que los abarca.

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El CD 2 de esta reedición está muy nutrida, y por supuesto, se daba por descontado que aparecieran allí las canciones que fueron bonus tracks de la edición de “Stormwatch” de inicios del milenio: ‘Stitch In Time’, ‘King Henry’s Madrigal’, ‘Kelpie’ y ‘Crossword’. Pero además, también está aquí ‘Broadford Bazaar’, una canción que inicialmente conocimos por una reedición del “Heavy Horses”. En fin, tiene más sentido aquí no solo porque su letra expone un grave lamento por la ominosamente veloz expansión de la industrialización y el mecanicismo macroeconómico a través de Gran Bretaña, sino también porque. ‘Kelpie’ tiene una letra referente a la leyenda celta sobre los espíritus del agua (“Well, I’m a man when I’m feeling / The urge to step ashore, / So, I may charm you, not alarm you, / Tell you all fine things and more.” – “Say goodbye to all your dear kin / For they hate to see you go. / In your young prime to this place of mine / In the still loch far below.”), mientras que ‘Crossword’ se remite directamente al estrés típico de la vida urbana (“Typewriter turk, telephone terror takes / Time to wind down, pushbutton finger shakes. / City of dreams back to your quiet nightmare. / Life is a clue in the crossword.”). Originada a partir de una de las partes estructuradas del solo de flauta que creó Ian para los conciertos de 1978, ‘Kelpie’ evolucionó como una canción inspirada en los espíritus animados del agua imaginados por la mitología pagana escocesa, se convirtió en una celebración juglaresca y saltarina que no hubiese estado fuera de lugar en esa joya de 1977 “Songs From The Wood”. ‘Crossword’, en lo estrictamente musical, es un ejercicio de rock melódico con cierto talante progresivo en el esquema rítmico creado por Barlow y Glascock; una pieza agradable aunque no extraordinaria, lo que sí son ‘Kelpie’ y ‘King Henry’s Madrigal’. Por su parte, el Madrigal es justamente lo que dice el título, una alegre pieza musical de temática secular compuesta por el rey Enrique VIII a inicios del siglo XVI; fue idea de Palmer llevarla al repertorio de JETHRO TULL y fue quien se encargó de preparar el arreglo grupal. Jovialidad renacentista y finura barroca se funden en esta gozada progresiva que también pudo estar en un disco de GRYPHON o THE ENID. ‘Broadford Bazaar’ tiene una letra preciosa de temática simultáneamente ecologista y proletaria donde el buen Ian hace un guiño a William Blake: “I work in dark factories, a cog in the Big Wheel / Driving gray satanic mills and weaving sad stories. / And faceless masters, oh, they pay me plenty / Crumbs from their luncheon packs, / Harsh wine from bottles half empty.” ‘A Stitch In Time’ y ‘Broadford Bazaar’ se ajustan más propiamente a la línea de trabajo folk-rockera proseguida sistemáticamente por el grupo desde 1975. Incluso notamos algunos aires de familia que vinculan a ‘A Stitch In Time’ con ‘Old Ghosts’ en algunas progresiones armónicas que tienen lugar en las mudanzas, pero su talante más recio entra a tallar cuando llega el momento de un gran solo de guitarra eléctrica en medio. Lo que nos suena extraño es el empleo de coros femeninos en los estribillos, pero... bueno... ‘Broadford Bazaar’ es una canción más sencilla y serena, para nada melancólica, pues destila un patente fulgor expresionista a través de su atractivo desarrollo temático. En cuanto a su espíritu, esta canción pudo estar muy a gusto como parte de “Minstrel In The Gallery” o en algún lugar de “Heavy Horses” antes del esplendor épico de la canción titular.

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Pero eso no es todo, pues también tenemos aquí versiones iniciales de ‘Dark Ages’ y ‘Orion’, ambas más largas que las que hemos conocido de siempre (¡el ‘Orion’ primigenio dura más de 9 minutos!), además de una composición de Palmer titulada ‘Urban Apocalypse’. ‘Dark Ages’ exhibe en esta maqueta original un talante un poco más adusto que el que usualmente conocemos, siendo así que la guitarra se siente más presente en algunos de los pasajes sutiles. Además, ocupa un rol más abrumadoramente protagónico en las secciones pesadas, muy a tono con lo que entonces se cultivaba en el gueto de la nueva ola del heavy metal británico (o sea, IRON MAIDEN, por ejemplo). Como es de esperar, la distinguida agilidad de la dupla Barlow-Glascock resulta esencial para la concreción de esta garra rockera a fin de que pueda explotar compactamente el aspecto necesariamente explosivo de las secciones más tormentosas, incluso en el contexto de esta maqueta tentativa. En el caso de ‘Orion’, hay más ideas melódicas desconocidas, tanto en el breve preludio de talante bélico como en el amplio y tortuoso interludio instrumental que se desarrolla después de la segunda mudanza. Es algo así como el intermedio de ‘No Lullaby’ pero llevado hacia una efervescencia vivaz y polícroma al estilo del álbum “Songs From The Wood”. El hecho de que esta versión ampliada tenga registrada la coautoría de Barre es bastante significativo. ‘Urban Apocalypse’ es la composición de Palmer que mencionamos más arriba, y tiene una letra muy penetrada de conciencia social: “«Halt the ringing cry of progress» / Sang the horseman riding by. / They’ve used up all the good God gave us, / Now we’re riding back to yesterday. / Turn the tables in the temples, / Break the holy trinity / Of life assurance, General Motors / And silicon efficiency.” Tras un preludio de piano de tenor impresionista, emerge una canción sobriamente compleja de talante folk-progresivo que se extiende hasta los 4 ¾ minutos de duración. También hay un efectista preludio jazzero en medio de toda la magnética fastuosidad que signa a la canción. Esta canción merecía ser lado A de un single, o parte de un EP, no una simple joya escondida por varias décadas dentro del canon Tulliano. Otros ítems son las piezas instrumentales ‘The Lyricon Blues’ y ‘A Single Man’: esta última, compuesta por Barre, se tocaba mucho en conciertos entre los años 1978 y 1980, y de hecho, es la pieza que suena al final de la emisión televisiva del concierto que el grupo dio en el Madison Square Garden a inicios de octubre de 1978. La introducción de piano a cargo de Evan le da un aire galante a este jam, mientras que las adiciones de flauta brindan un grácil colorido al bloque sonoro. Otra novedad retrospectiva es la primera versión de ‘Dun Ringill’, que fue originalmente arreglada para más de dos guitarras; en esta maqueta hay una guitarra acústica, una mandolina doblada y una flauta traversa, además de un flautín, y además, el canto es más ceremonioso que en la versión definitiva. En cuanto a ‘The Lyricon Blues’, se trata de un promisorio jam bluesero que Ian impulsó para experimentar con el Lyricon, un instrumento de viento electrónico que funciona como una especie de saxo soprano sintetizado. El esquema musical es interesante, e incluso hay un viraje hacia el compás de 11/8 en el último tercio, pero pronto Ian se aburrió del instrumento así como de esta idea, así que la cosa quedó así, sin cocinarse del todo. ‘Man Of God’ es una canción rockera de cercanía con URIAH HEEP y los propios JT de la época del “Benefit”, siendo su letra de temática anticlerical. La pieza de 3 ½ minutos que porta el conciso título de ‘Rock Instrumental’ tiene, a despecho de lo displicente del título, un desarrollo melódico que se siente bien trabajado, y es una pena que no haya sido un poco más extenso, y no menos de lamentar es que no se haya trabajado a fondo para convertirse en una canción con personalidad definitiva.

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Los primeros aportes de JETHRO TULL tocando en vivo que aparecen en esta edición son los dos últimos temas del segundo CD: ‘Prelude To A Storm’, una pieza psicodélico-sinfónica compuesta por Palmer para que Barre, en su momento debido, dé inicio a las primeras líneas del riff básico de ‘Sweet Dream’, una canción que el sexteto rescató para sus giras de los años 1978 y 1979, y que de hecho, sirvió como canción de apertura para los últimos conciertos en los que actuó Glascock. La versión aquí plasmada data de mayo de 1978, durante la sección europea de la gira del “Heavy Horses”, y con algunas sobremezclas de estudio, apareció como lado B del single ‘A Stitch In Time’. De todas maneras, como no podía ser de otra manera, lo más sustancioso de este ítem es el contenido del concierto realizado en el Congreßgebouw de La Haya. La melodía introductoria del evento es una pieza de casi dos minutos compuesta por Palmer, titulada ‘Prelude To A Storm’. Sus vibraciones son 100% idóneas para abrir campo a la fastuosa canción de entrada ‘Dark Ages’. Luego sigue la secuencia de ‘Home’, ‘Orion’ y ‘Dun Ringill’, para que el grupo explore su faceta reflexiva con diversos niveles de intensidad expresiva. Son las escalas del piano de Evan las que reemplazan a las armonías iniciales de la guitarra acústica en la versión de estudio para darle un cabal empuje a la dimensión épica de la melancolía esencial de ‘Home’, mientras que ‘Orion’ recibe un empuje similar de magnificencia de parte de una introducción grupal guiada por la guitarra (parte de esa maqueta inicial que mencionamos en uno de los párrafos anteriores). Por supuesto, cuando suena una pista narrativa reconocible nos preparamos para disfrutar de ‘Dun Ringill’, canción para la que Barlow y Pegg fungieron de coristas. Un artilugio muy peculiar fue empleado durante la ejecución de ‘esta canción: pequeñas copas de nieve artificiales caían sobre Ian, Dave, Barriemore y Martin (el penúltimo llevaba puesta una visera con un miniparaguas incorporado). Un párrafo aparte merece el señorío barroco de ‘Elegy’, que, en vivo, asume una delicadeza muy especial. La ilación de ‘Old Ghosts’ y ‘Something’s On The Move’ sirve para que el ensamble salga a por todo con su mezcla progresiva de folk-rock y rock duro, aunque se nota en las primeras de estas canciones la urgencia de una robustez especial. No cabe duda de que Barre es una figura protagónica dentro del esquema instrumental y su esplendor particular cobra creciente peso; por su parte, Barlow sigue exhibiendo cabalmente su sofisticada musculatura. Como se ve, la idea de Anderson fue la de armar el repertorio como una frontal declaración de principios sobre el nuevo disco, con el grupo tocando varias piezas del mismo en un orden continuo preparado para sorprender al público asistente. Algo así como un poner a prueba a la gente que asistía a los conciertos, una estrategia que Ian defiende sin tapujos: “¡Pues por supuesto que es una prueba! – Como la primera vez que tocamos Thick As A Brick. Pero ése es el desafío que uno propone. [..] Puede ser que la gente se haya sentido un poco atónita, pero eso es parte del acto de poner tensión a las cosas, introducir el nuevo material antes de brindarle las canciones más habituales que el público conoce y disfruta, y que son las razones por las cuales compraron sus billetes. […] Uno no puede ser timorato con cosas así en el mundo creativo del rock progresivo, uno tiene que confrontarse literalmente con la situación, en el sentido de que eso supone no solo un reto para la audiencia sino también para quienes tocamos la música.”

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Es sintomático que la primera de las canciones clásicas de JETHRO TULL que aparece en el repertorio sea ‘Aqualung’, la cual se usó por muchos años cerca del final de los conciertos. Por supuesto, es de esperar de Ian que pregunte burlonamente al respetable si es que conoce la siguiente canción... Pero de inmediato, la banda regresa a sus modalidades más recientes al tocar ‘Peggy’s Pub’, una composición de tenor céltico creada por el recién ingresado Dave Pegg. La canción procedía del álbum de los FAIRPORT CONVENTION “Rosie”. Para la ocasión, Barlow se pasa al bajo mientras Pegg y Barre tocan un dueto de mandolinas, Evan toca el acordeón, Anderson toca la flauta, y Palmer hace unas cosas sencillas a la batería. El título procede la fantasía del propio Pegg de ser dueño de un pub. Se trata, al fin y al cabo, de un momento festivo y colorido que viene muy bien tras el legendario relato trágico del mendigo con tendencias pederastas. ‘Jack-In-The Green’ continúa fluidamente con la vena folclórica, aunque claramente con una actitud un poco más solemne. Cuando llega el turno de ‘King Henry’s Madrigal’, el buen Ian deja al entonces buen David Palmer presentar la pieza en cuestión (“El siguiente número no fue compuesto por Jethro Tull sino por otro caballero británico casi tan famoso como él, el Rey Enrique VIII. No siendo Enrique VIII miembro de un grupo de rock’nroll, su composición para nada hubiese sonado como esto.”) Dado el carácter colorido del tema, viene bien que el maestro Barlow inserte su solo de batería, un estándar que ya conocemos desde las giras del año 1977. La retoma de una breve porción del Madrigal abre la puerta al arribo de ‘Heavy Horses’, que en su versión relativamente reducida sigue mostrando con total cabalidad su señorial majestuosidad. Uno de tantos momentos en los que se dan los lucimientos respectivos de Barre y Barlow mientras los dos teclistas se ocupan de mantener la ingeniería melódica. El volumen 4 comienza con dos instancias de lucimiento particular: el solo de flauta de Anderson y el dueto de Palmer y Evan. El primero incluye secciones de ‘Bourée’, ‘Soirée’, ‘God Rest Ye Merry Gentlemen’ y ‘Kelpie’. Por su parte, el dueto de teclados se explaya en la faceta académica del ideario musical de JETHRO TULL pues exhibe el motif central del Preludio en Re Mayor de JOHANN SEBASTIAN BACH (parte de su opus El Clave Bien Temperado), y su explícito esplendor saltarín resulta más que idóneo para la emergencia de ‘Songs from The Wood’, una de las canciones más emblemáticas del aspecto lúduco de JETHRO TULL, una gozada inapelable e innegable. Aún en esta ya habitual versión acortada que comienza con el interludio de piano, el fuego celebratorio es voraz y contagioso.

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Pero para gozadas también está otra joya del “Songs From The Wood” que se llama ‘Hunting Girl’. En esta canción y la precedente se nota con cuánta habilidad y frescura se acomodó el nuevo bajista a los factores más complejos y exigentes del catálogo de JETHRO TULL. Se trata, en efecto, de una canción gestada para pasar a la inmortalidad del paraíso de las juergas rockeras, siempre con ese encanto estilizado y ágil que los JETHRO TULL exploraron con infinita creatividad en esos tiempos en que el ahora Dee era la principal figura asociada de Ian. Esta versión en particular es bastante frenética en comparación con la versión original de estudio. Una vez que toda esta algarabía de exquisitas y grandilocuentes fastuosidades ha pasado, es el turno de otra canción fiestera, la cual también es de la cosecha del nuevo integrante de la banda: ‘Jams O’Donnell’s Jigs’, tema que compuso Pegg para el álbum de FAIRPORT CONVENTION “The Bonny Bunch Of Roses”, y que él mismo presenta con la autorización de Ian. Durante el desarrollo temático emergen unas florituras de bajo realmente maravillosas. Lo fastuoso ha sido reemplazado por lo muscular. Claro está, no puede faltar una versión sintetizada de ‘Thick As A Brick’, esta vez solo con la primera sección, el primer interludio, la marcha de los boy-scouts y el epílogo. Con la dupla hilada de ‘Too Old To Rock’n’Roll: Too Young To Die” y “Cross-Eyed Mary”, el grupo sigue hacienda un repaso de su catálogo más celebrado, y de paso, remodela los aspectos más enérgicos de su ilustre catálogo, y de paso, hace su primera despedida. Mientras las entusiastas ovaciones del público siguen y siguen, Barre sale al escenario para articular su agitado y ecléctico solo de guitarra, el cual juega con aparatosidades pesadas y fraseos blueseros a punta de nervio y distinción. Así las cosas, emerge la introducción de ‘Minstrel In The Gallery’, y ya con todo el grupo en escena, esta canción exhibe todos sus recursos de gancho muscular. El final del evento llega, como iba siendo habitual durante las últimas giras, de la mano de la dupla de ‘Locomotive Breath’ y ‘The Dam Busters March’, y la cosa es que se omite aquí la introducción de piano a fin de mantener el empuje rockero sostenido por la canción titular del LP del año 1975. La garra se mantiene mientras el epílogo le pone el último toque de ágil pomposidad al concierto.


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En lo relativo a las anécdotas significativas de esta época final del JETHRO TULL hexagonal y otros eventos colaterales, el primer dato histórico relevante que se menciona en el libro acompañante es la encomienda que Ian Anderson recibió para hacer la música para una de las tres breves piezas de ballet subsumidas bajo el título de Underground Rumours de parte de su hermano mayor Robin, administrador general de The Scottich Ballet. Anderson compartió con Palmer y Barre la labor creativa para la pieza que finalmente se tituló The Water’s Edge.** Ian quería titularla Kelpie, pero la decisión del director Peter Darrell fue la que, naturalmente, prevaleció. Además, ese título de todas maneras iba a ser parte del repertorio de JETHRO TULL en el futuro próximo. También hay algunas páginas dedicadas a la emergente e inicialmente exitosa empresa de pesca, procesamiento y enlatado de salmones que Ian inició a fines de los 70s. Habiendo decidido expandir sus actividades extracurriculares rurales hacia esta industria, Ian pasaba mucho de su tiempo fuera del rock cerca de las aguas que circundan a la isla escocesa de Skye. Ian atribuye el predominio de las temáticas ecológicas y marinas no solo a este hecho sino también a sus recuerdos de infancia. Palabras del propio Ian: “Como siempre, las canciones pueden haber tenido su origen en un lugar, o ser el resultado de un momento de imaginación en el que se vuela a otro país ubicado a miles de millas de distancia. Pero de eso se trata a la hora de escribir canciones, uno toma las ideas consigo a donde uno vaya, y algunas de ellas pueden estar enraizadas en las etapas tempranas de tu vida. El haber crecido en Fifeshre al borde del Estuario de Forth, y luego, unos pocos años más tarde, en Edimburgo, tenía la sensación de que pasé toda mi infancia junto al mar. […] Por supuesto, más crecido, mi familia se mudó a Blackpool, que también está junto al mar, aunque con corriente menos hospitalarias – una zona sucia y turbia con varios desechos, algo que no animaba mucho a pasear en bote.” Algo que recuerda la banda, pasando a lo estrictamente musical, es que la camaradería prevalente seguía siendo más o menos la misma, pero había tensiones inocultables, las mismas que se exacerbaron con la muerte de Glascock. Más adelante, cuando Pegg entró a la banda, su carácter extrovertido y su afable sencillez de carácter le permitieron ganarse pronto la confianza de sus nuevos compañeros de grupo, quienes a veces le tenían como su confidente para las cosas que les disgustaban de Ian. Eran, más que nada, catarsis que eficazmente impedían que se produjera discusiones altisonantes. Pero se respiraba en el ambiente que esta época del grupo tenía sus días contados. La última actuación del sexteto de Anderson, Barlow, Barre, Evan, Palmer y Pegg tuvo lugar a fines de abril de 1980, como parte del programa radial Richard Digance And Friends, en la emisora Capital Radio. El grupo tocó cuatro piezas acústicas y la misma Dee llevó su órgano de fuelles portátil porque no estaba familiarizado con el staff de la radio. Poco antes de eso, el grupo había realizado una serie de ocho actuaciones de siete actuaciones en Glasgow, Manchester y Londres para cerrar la gira de “Stormwatch”. Antes de eso, el grupo tocó a lo largo de todo el mes de marzo y los primeros días de abril en escenarios de Noruega, Suecia, Países Bajos, Bélgica, Alemania, Suiza y Francia. Y eso fue todo, así quedó todo, así fue la despedida de un integrante que entró al grupo en 1970, otro que ingresó a fines de fe 1971 y un tercero que comenzó como músico ocasional para la gira de 1976 y ya ingresó como miembro a tiempo completo al año siguiente.

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Barlow (quien siempre ostentará el privilegio de ser el mejor baterista que ha pasado por las filas de JT en toda su historia) había anunciado en algún momento de inicios de 1980 que tenía la firme intención de dejar la banda, y además, encaró a Ian por el hecho de que John Glascock ganara menos que los demás en la banda; tras la muerte del susodicho, Barrie descubrió que sus deudos no tenían medios para enterrarlo, así que él mismo pagó con su bolsillo el entierro. Lo que él había visto por tantos años como una confraternidad era, en realidad, un régimen.*** Por su parte, Palmer y Evan se guardaron para sí sus propias sensaciones de descontento con lo que pasaba en el colectivo así como en sus propias vidas personales. Palmer quería volver a vivir una vida sedentaria tras haber probado por unos años lo que es hacer giras, mientras que Evan estaba atrapado en su propio mundo, afectado simultáneamente por una crisis de la mediana edad y por un mal matrimonio. Hoy en día, sabemos que John Evans tuvo un exitoso negocio de bienes inmuebles en Australia con un nuevo y longevo matrimonio, mientras que Dee Palmer siguió teniendo trabajo estable en el negocio musical como compositor y arreglista. Pero en aquel entonces, tanta era la anticipación de Dee por escapar de la maquinaria de JETHRO TULL que, en esa nefasta noche en que se anunció la muerte de Glascock, él inicialmente pensó que Ian había convocado una reunión para disolver al grupo. En sus propias palabras: “Yo pensé «Bien, gracias a Dios que nos van a dar la patada final en el trasero y bien que nos la merecemos», porque había un poco de descontento en la gente y ya no tocábamos tan bien como antes. Y no me habría sorprendido que Ian tuviese la intención de formar un nuevo grupo y que todos estábamos fuera de él – que no estuvo muy lejos de lo que realmente sucedió poco después.” El 16 de mayo de 1980 se iniciaron las sesiones de grabación para el primer disco solista de Ian Anderson en el Maison Rouge Fulham Studio, en lo que él pensaba que era un buen momento para poner un hiato a la banda (y no tanto un nuevo disco de JETHRO TULL, aunque fue justamente eso lo que pasó cuando se publicó el disco “A”. En fin…). Palmer recuerda el extenuante periodo de conciertos en Canadá y los EE.UU. que tuvieron lugar en dos periodos (entre el 1 de abril y el 1 de mayo y entre el 5 de octubre y el 18 de setiembre de 1979), teniendo al trío UK como banda telonera: “No soy una gran fan del estilo musical de Eddie Jobson, pero pude percibir que Ian estaba muy impresionado por él, y que estaba tal vez pensando en hacer un proyecto con él. De hecho, Ian quería trabajar con Terry Bozzio también, pero Terry no estaba interesado pues él era un músico más enfocado en la técnica del jazz-fusion.” Según el, la banda ya estaba perdiendo parte de su clase y su sentido de la argucia en los escenarios: “Yo estaba al tanto de que muchos músicos venían a vernos porque éramos muy cohesionados, y solíamos tocar las partes más complicadas de nuestro repertorio como un mecanismo de relojería. Estaba orgulloso de pertenecer a una banda porque podíamos hacer cosas excitantes sin necesidad de convertirlas en algo árido ni inaudible. Pero ya estábamos empezando a perder el brillo, y creo que eso se debía a que sentíamos que nuestro destino estaba sellado.”

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¿Cómo fue la reacción de la prensa profesional? El nuevo romance con JETHRO TULL que surgió en los años 1977 y 1978 terminó, tal como se manifiesta en las reseñas expuestas en New Musical Express (“El disco consiste en cuatro canciones y un instrumental por lado, sin títulos que valga la pena mencionar. […] Ian tiene las indulgencias monetarias de un agricultor nuevo rico convertido en megalómano, cuya sinceridad sobre la visión ecológica llega no más lejos que añadir otra capa de polución auditiva al mundo.”); Record Mirror (“Ian Anderson parece hallarse en la incómoda posición en la que se terminó de arrinconar a sí mismo. Stormwatch es meramente un álbum de canciones de relleno que solo sirve para demostrarnos que sigue vivo. […] Las canciones del lado 1 son desencajadas, sin espontaneidad y aburriiiiidas. [...] Las canciones del lado 2 son refritos a medio completar de viejas composiciones de Anderson.”); Sounds (“El Sr. Anderson todavía está atrapado en los fines de los 60s. […] Fracasa en su intento de introducir algunos ornamentos modernos de sintetizador en el grupo. ¿The Human League con flauta? No.”) Por fortuna, Karl Dallas, de Melody Maker, vio con buenos ojos la temática ecológica aunque expresó que varias canciones del álbum no igualaban el poder evocativo de la portada y la contraportada. Con todo, a pesar de que “las letras de las canciones no dejan en claro si el deterioro de la humanidad se debe a nuestra propia culpa, o si es algo escrito en las estrellas, o si se trata del fin del universo”, señala que en el disco “hay algunas canciones que están entre las más inspiradas desde Living In The Past, las melodías son pegadizas, a menudo con su encanto folclórico bien intensificado.” Este álbum suele ser percibido como un ítem conectado con los dos discos de estudio precedentes, pero eso es algo que tanto Barre como el propio Anderson cuestionan: el primero señala que hay una clara conexión en cuanto a estilo, formato y sentimiento entre “Songs from The Wood” y “Heavy Horses”, pero “Stormwatch” tiene su propia posición, separada de los otros dos. Bueno, desde nuestra óptica, nosotros validamos la opinión popularizada de los fans de que “Stormwatch” es la versión más sobria, grave y apocalíptica de una mirada sistemática a nuestro entorno natural que comenzó con un clima de predominante algarabía en “Songs From The Wood” y que en “Heavy Horses” añadió un toque de vibraciones reflexivas más algunas ocasionales connotaciones melancólicas. En lo que respecta a la reacción del público, Pegg recuerda vívidamente la excitación que le producía el ser bien recibido por una enorme legión de fans, algo a lo cual no estaba acostumbrado dentro del circuito donde se movía FAIRPORT CONVENTION. En los conciertos que se realizaron en Alemania, el público aplaudía y pateaba el suelo hasta por diez minutos después de que el grupo abandonase el escenario. Una muestra del entusiasmo del público se tradujo en un percance que afectó a un ojo de Anderson, el 12 de octubre de 1979 en el Madison Square Garden. Una fan quería obsequiar un ramo de rosas a Ian antes del inicio del evento, pero la gente de seguridad no le permitió acercarse al frontman, por lo que ella le arrojó una flor… y su tallo se metió en su ojo. Aunque Ian decidió que de todas formas se debía realizar el concierto, al día siguiente asistió al oculista y se tuvo que cancelar el concierto siguiente. Durante el resto de esa gira, Ian usó lentes de contacto que permitían la curación de la córnea herida y unas gafas de sol photobrown.

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¿Y qué piensa la gente de JETHRO TULL sobre “Stormwatch”? Dee Palmer asevera que se trata de un valioso pero relativamente fallido álbum que se halla separado de los álbumes precedentes del grupo. Para ella, el disco es el resultado del deseo de Ian de querer esculpir nuevas canciones con nuevos mármoles porque él sentía que “Heavy Horses” se había orientado excesivamente hacia el lado folk. “Pero no era así. Lo que se había hecho en ese álbum era un refinamiento del aspecto folk-rockero, y la combinación de lo que había estado buscando JETHRO TULL después de “Stand Up” y “Benefit”, donde las marcas esenciales de la banda ya resultaban fáciles de identificar. […] Pero dado que Ian tenía ganas de intentar algo nuevo, se puso a saltar una valla que no existía, y en cambio, el grupo acumuló 10 canciones de las cuales solo la mitad, o como mucho 6, dan en el clavo, mientras que otras resultan demasiado largas. Y pudimos haber mejorado el material de haber contado con más tiempo de ensayos y grabaciones, pero los continuados tours no lo hicieron posible.” Barre coincide en el balance de que pudo ser mejor: “Mientras los estábamos grabando, no todo encajaba bien, y cuando terminó de grabarse, nadie pensó «Buen trabajo, muchachos, ahora vamos a tocar todo esto en la gira.» Sin querer ser demasiado negativo con este disco, afirmo que las únicas canciones realmente buenas son estas tres: ‘Home’, ‘Elegy’ y ‘Dun Ringill’. […] No es un disco innovador para el estándar de TULL, nunca superó a otros discos espectacularmente buenos que hicimos antes. Pero tenía la misión de estar a la par con otros discos que estaban muy por encima.” Anderson, el autor principal de todo este material, afirma que, de habérsele preguntado qué le parecía este disco un par de años atrás, él hubiese respondido que lo colocaba en la mitad inferior del catálogo del grupo, pero al haber escuchado meticulosamente el disco en la preparación de esta reedición, lo sitúa ahora en el lado inferior de la mitad superior. Sus propias palabras: “Contiene varias canciones con las cuales estoy muy satisfecho, incluso algunas con las cuales volé tal vez demasiado – por ejemplo, ‘Orion’, que me parece que abarca varias ideas inteligentes y no es para nada una mala canción. ‘North Sea Oil’ es muy buena, y ‘Dun Ringill’ está entre mis favoritas. Y ‘Dark Ages’ es brillante.” Todo este espíritu optimista y positivo que expresa Ian se oscurece un poco bajo una nube de infortunio: “En líneas generales, este álbum está marcado en mi memoria y en las de los demás integrantes del grupo a esta desafortunada nube de problemas por los que pasó John Glascock. […] En retrospectiva, siempre persiste esa triste asociación con este álbum.” 

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Yendo ahora a la logística visual de la gira promocional del nuevo disco, el grupo contrató a unos diseñadores de interiores para que armaran lo que pareciera la pared de un gran barco, incluyendo también unos mástiles postizos y unas redes que emulaban a los gruesos cordones hechos para la pesca profesional a gran escala. Además, los vestuarios de los músicos se volvieron más sofisticados, incluyendo hombreras, un medallón y una franja militar sobre el usual terno blanco de Evan, un disfraz de vikingo para Palmer, y sendos vestuarios de cazador para Pegg y el propio Anderson. A propósito de Pegg, Barre recuerda entre risas que en la primera entrevista, Ian le preguntó al nuevo integrante si era mucho de beber y, sudando frío mientras trataba de no mentir descaradamente, dijo que de vez en cuando disfrutaba de unas cuantas jarras de cerveza. Su integración dentro del mundo musical de JETHRO TULL (además del establecimiento de lazos fraternos con los músicos) fue rápida debido a su notable precisión performativa, aunque él reconoce que, al principio, no apreciaba mucho las canciones más complejas de su repertorio pues, a pesar de ser muy inteligentes en su concepción, le parecían que pasaban de un tempo a otro por el simple gusto de hacerlo. Por su parte, Dee admite que envidia, en cierto modo, a gente como Martin, John Glascock y el nuevo miembro Dave, quienes eran capaces de crear música o seguir instrucciones con la vivacidad propia de quien tiene buen oído y entusiasmo, mientras que ella, con su formación académica, no usaba esa estrategia tan espontánea. Ella recuerda con genuina admiración cuán rápido aprendió Dave todas las canciones que estaban grabando, así como las que ensayaban concretamente para los conciertos. Cuando revisamos el material extra contenido en el segundo CD de esta reedición, nosotros apreciamos varias de estas piezas como bastante dignas de gozar de un lugar oficial dentro del catálogo histórico de JETHRO TULL como parte de un álbum. Tal es el caso de la canción que compuso Palmer bajo el título de ‘Urban Apocalypse’, y de hecho, su letra de crítica social podía funcionar como un complemento de las observaciones que Ian hizo en varias canciones del disco sobre el impacto de la industrialización en el medio ambiente. Sin embargo, el propio Ian no estaba interesado en ponerla en el álbum pues él quería preservar la actitud general de observación y reflexión, y no saltar al terreno del rock de protesta. En cuanto a los casos de ‘Kelpie’ y ‘Broadford Bazaar’, ambas son piezas completas en cuanto a sus respectivos desarrollos melódicos y con suficientes credenciales de colorido folk-rockero dentro de un contexto progresivo como para quedar relegadas al grupo de grabaciones asociadas. La anécdota relativa a la segunda de estas canciones mencionadas es que Anderson y Palmer habían sido invitados a la fiesta de Broadford como miembros de un jurado de un concurso de belleza, y ambos se vieron prácticamente obligados a escoger a la dama asignada por uno de los miembros de la alcaldía del pueblo, aunque ellos pensaban que había otra concursante que era de mejor parecer. Para Ian, se trató de una graciosa ocasión de cómo funciona siempre la política, aún en los eventos más frívolos. 

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En parte de sus últimas páginas, el libro incluye una entrevista a Leigh Mantle, quien fungió de segundo ingeniero para la grabación de “Stormwatch”. Una de las anécdotas más reveladoras que cuenta es que muchas veces Ian se echaba bajo la consola del Maison Rouge Mobile Studio para escuchar lo que se grabó en la jornada y, cuando alguno de los otros músicos entraba al lugar y empezaba a quejarse de algo que dijo o hizo Ian, él tenía que señalar al suelo para advertirle de que él podía escucharle. Si bien él había colaborado en en menor medida en los procesos finales de mezcla para “Heavy Horses” y “Bursting Out”, fue con el disco “Stormwatch” que comenzó a trabajar de manera intensiva y completa como segundo ingeniero bajo la guía del perenne Robin Black. Antes de pasar seis años Maison Rouge Mobile, Mantle ya había tenido experiencia trabajando, ya en estudio, ya en conciertos, con bandas como STEELEYE SPAN, THE STRANGLERS, e incluso con RAINBOW durante la fase de búsqueda de un reemplazante para Ronnie James Dio y el ulterior disco de estudio “Down To Earth”. Él recuerda a los integrantes de JETHRO TULL, o a la mayoría de ellos, como personajes con muy buen humor y buena disposición para la cordialidad, cada uno a su estilo: Martin, como alguien casi tímido pero con agudeza, John, como un tipo extravagante en el día a día (casi tanto como sobre el escenario), Barriemore, con su talante intenso y ligeramente peleón, pero, al fin y al cabo, bonachón. Pero el más entrañable era el entonces David Palmer, quien siempre que le veía en su casa para recoger o devolver alguno de sus sintetizadores, terminaba invitándole a conversar y tomar un té junto a su esposa. Con Ian nunca llegó a tanta cercanía, pero el hecho de trabajar junto a él por varios años le permitió conocer muchos trucos sobre el oficio de hacer una buena mezcla y un buen procesamiento de aportes de diferentes instrumentos. En los días que Ian estaba de buen humor, era un deleite trabajar con él, pero cuando estaba de humor impaciente y alterado, era capaz de expresar su rabia sin tapujos. Una vez hizo eso mientras él hacía una pista vocal para uno de los discos de los 80s, y aunque el mismo bardo Tulliano era muy crítico de su propia técnica para cantar y tocar, en una ocasión se borró una pista de canto, pero fue por culpa de Black. El hecho es que la reprimenda cayó sobre Mantle sin que Black se atreviera a aclarar que fue un error suyo; luego, le pidió perdón a su asistente por haberse acobardado y no decir la verdad sobre el error técnico. 

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Una apreciación bastante significativa que hace Mantle es que mientras duraron las sesiones de grabación de “Stormwatch”, él veía a un grupo en acción (a pesar de las tensiones internas), pero tras la partida colectiva de Evan, Palmer y Barlow, todo se redujo a Anderson y Barre junto a los demás que estaban allí. Esta observación se condice con nuestro balance final sobre “Stormwatch”: es el testimonio de la tormenta que se produjo en la campiña folk-progresiva de JETHRO TULL para que, una vez de regreso a la calma, el grupo elaborara una estrategia de reconstrucción y remodelación bajo las nuevas circunstancias. Lo que implícitamente pensaba Ian como un hiato para explorar momentáneos rumbos en solitario (como el suyo propio) resultó ser, a fin de cuentas, el final de una monarquía. Lo del futuro próximo de Ian Anderson y la resurrección del colectivo musical que siempre lideró no es asunto de explorar aquí, pero sí podemos concentrarnos en lo que se ha expuesto en este ítem del año 1979 para agradecer a los Sres. Anderson, Barlow, Barre, Evan, Glascock, Palmer y Pegg por lo que hicieron entre fines de 1978 e inicios de 1980. En verdad, nos parece un disco mucho mejor que lo que algunos de ellos dictaminan, así como algunos fans y conocedores de la banda. Como ya dijimos en párrafos precedentes, el mayor mérito de “Stormwatch” es el de trazar un nuevo paso en el tránsito de apreciaciones y reflexiones sobre la vida rural, un paso más dramático que iba muy acorde con la mirada a la expansión industrial de nuestros tiempos. El repertorio oficial de “Stormwatch” y sus canciones correlativas que ahora descubrimos conforman una extensa elegía en nombre de la agridulce comprensión de que todo lo que llega a existir tiene que morir algún día.



Muestras de “Stormwatch”.-
Dark Ages [primera maqueta]: https:/ /www.youtube.com/watch?v=qP-SNqniAIw
Orion [versión larga, primera maqueta]: https://www.youtube.com/watch?v=-1RkCV80ios


* La pieza incluye la participación de gaiteros en algunos pasajes. Ian Anderson indica que es toda una pesadilla tratar de grabar gaitas porque la peculiaridad de su diseño y de su técnica hacen que el instrumento no esté totalmente afinado de forma consistente. Su estándar de afinación es un intermedio entre la y si bemol, por lo que, a la hora de registrar los aportes de los gaiteros, los ingenieros de sonido tenía que modificar la velocidad de las cintas de grabación de esta pieza instrumental para que se pudiese adaptar a la naturaleza de este noble y complejo instrumento celta.

** Las otras dos piezas de ballet usaron, respectivamente, una composición de Jon Anderson (no el de YES) llamada Ursprung y una selección de composiciones de Duke Ellington.

*** Más detalles en la entrevista hecha a Barriemore Barlow para el blog Penny Black Music: http://www.pennyblackmusic.co.uk/MagSitePages/Article/7384/Barrie-Barlow-Interview