HOLA, AMIGOS DE
CERCA DE LA ORILLA, LES SALUDA
CÉSAR INCA.
Tenemos el enorme placer de presentar el nuevo disco del ensamble mexicano de música progresiva ecléctica SAENA, el cual está actualmente conformado por José Luis Fernández Ledesma [guitarras], Margarita Botello [canto, teclados y acordeón], Adrián Plowes [Warr Guitar] y Eduardo Fierro [batería y percusión]. El disco en cuestión se titula “Días Eternos” y fue publicado por el sello local Azafrán Media el pasado 14 de setiembre. Se trata de un disco muy esperado de parte de todos a los que conocimos su homónimo disco de debut del año 2008, el cual fue gestado con la alineación de quinteto que encapsulaba, junto a los ya mencionados Fernández Ledesma y Botella, al violinista Alejandro Sánchez, al bajista Hugo Santos y al baterista Adrián Zárate. “Días Eternos” es una bendición inmensa para la vanguardia progresiva latinoamericana del presente año 2021, conteniendo material compuesto por el maestro José Luis con los ulteriores arreglos de parte de la banda íntegra. Las sesiones de grabación tuvieron lugar en el año 2019 bajo la dirección de Plowes, Fernández Ledesma y Sergio López, con las posteriores labores de mezcla estando a cargo de Fernández Ledesma, Plowes y Botella. La masterización fue realizada en la gran ciudad de Nueva York por Oliver Palomares en abril de 2021. El cuarteto contó con las colaboraciones ocasionales de Germán Bringas (saxo soprano), Jerzain Vargas (trompeta) y el antes mencionado Alejandro Sánchez (violín). En su momento, hubo una campaña de preventa que consistía en la inclusión de una ilustración con formato de tarjeta postal junto a los 25 primeros ejemplares.
El repertorio del disco que ahora nos ocupa empieza con ‘Fin De Blues’, tema que dura casi 5 minutos enteros y ostenta un groove ágil y llamativo. Éste sirve para sustentar un despliegue de musicalidades gráciles donde se cruzan lo arquitectónico y lo fluido, dando prioridad a lo muscular, aunque también hay un pequeño espacio para sonoridades etéreas. La estupenda mezcla de estilización prog-sinfónica y soltura jazzera se confabulan para gestar este vivaz inicio del repertorio. El segundo tema, que ostenta el simpático e irónico título de ‘Pos Rock’, instaura la primera instancia de explayada grandilocuencia dentro del disco, elaborando un vitalista ejercicio de jazz-prog sazonado ocasionalmente con atmósferas a lo RIO y trazos de sinfonismo. Tras un breve prólogo fastuoso guiado por el piano, emerge una sección relajada donde la Warr Guitar instaura un solo donde el señorío y el nervio se mezclan de una manera sumamente elegante. Ya más adelante, las vibraciones jazzeras se fortalecen con un muscular solo de batería que se hace acompañar por las texturas emanadas de los otros instrumentos. Una vez que el cuerpo central lleva varios minutos de instaurado, surge un elegante solo de guitarra que opera como un activador de un incremento de la energía expresiva para el ensamble. Todo culmina con una maraña de piano y guitarra a la que la Warr Guitar añade sobrios ornamentos cibernéticos, creándose así un gancho bastante peculiar. Primer cénit del disco. Cuando llega el turno de ‘Musetta’, el grupo se aboca a la exploración de ambientes etéreos, los mismos que van transitando desde pasajes lánguidos a otros más propiamente fastuosos. Hay una cautivadora mezcla de ensueño y dramatismo en el desarrollo temático que tiene lugar. La cuarta pieza del álbum es una de nuestras preferidas del mismo y se titula ‘Por El Aire Vino, Por La Mar Se Fue’, y consta de dos secciones mutuamente diferenciadas a lo largo de sus 12 minutos y pico de duración. La primera de ellas se focaliza en un sofisticado juego de cadencias y colores melódicos que se enraízan firmemente en un señorío sinfónico, abriendo espacios para las seductoras vocalizaciones de Botello a través del encuadre establecido entre el piano y la guitarra. La segunda sección vira hacia un vitalismo sobriamente manejado que se asienta cómodamente sobre un groove fusionesco que coquetea a veces con el reggae. Efectivamente, el ensamble ha transitado de una vivacidad aérea a un cauce delicadamente delineado, estando este último apropiadamente bordado con diversas tesituras aportadas por los teclados.
La dupla de ‘Chivita Al Precipicio’ y ‘Caminos De Agua’ permite al grupo explorar más a fondo las texturas, atmósferas y bloques melódicos al cual es tan adepto. El primero de estos temas mencionados se sitúa en un camino intermedio entre lo solemne y lo jovial, haciendo que su motif central se apoye cómodamente en un colorido bastante dinámico, el mismo que se adapta con total naturalidad a la sofisticada ingeniería rítmica que se creó para la ocasión. Además de hacernos recordar al SAENA del primer álbum, también hay algunos ribetes Genesianos por aquí y por allá. En cuanto a ‘Caminos De Agua’, éste se centra en una fluidez flotante que nos lleva a un punto intermedio entre el señorío de HAPPY THE MAN y el cromatismo de JETHRO TULL, a la vez que el esquema rítmico va abriéndose camino a través de la ilación de diversos grooves propios del jazz-rock y las texturas de la fusión folclórica contemporánea: algunos de éstos portan una sutileza que estimula la gestación de climas reflexivos, mientras que otros se enfilan hacia una gracilidad más directa con miras a acentuar un fulgor extrovertido que nunca llega a lo chocante. Ya a estas alturas del disco, no nos sorprende que los aportes individuales al entramado integral se enmarañen con un garbo tan compacto, pero cabe destacar a este tema como otro cénit decisivo dentro del repertorio. La pieza homónima es la más larga del álbum con sus poco más de 14 minutos y cuarto de duración, estando también a cargo de cerrarlo con una generosamente expansiva atmósfera de paz contemplativa, una atmósfera adecuada para cerrar todo este catálogo de colores musicales que se ha venido exhibiendo desde el primer instante. En efecto, ‘Días Eternos’ se asienta largamente sobre un serenamente cálido desarrollo temático que se deja arropar por una atmósfera introspectiva y reflexiva, dueña de una diáfana espiritualidad. Cuando entran a tallar los ornamentos de trompeta y de violín, el asunto cobra momentáneos ribetes de estilizada grandilocuencia, momentos de esplendor solar en medio de las predominantes vibraciones crepusculares. Más adelante, un solo de saxo soprano cumplirá una función complementaria al canto de Margarita. Bien es verdad que poco antes de llegar a la frontera del séptimo minuto, hay un pasaje donde se alzan brevemente unos torreones de tensa disonancia: es como un interludio estratégicamente disruptivo que deja salir alguna tirantez latente que estaba por allí, misteriosamente oculta hasta ese preciso momento. Pero, insistimos, la paz contemplativa es el rasgo dominante de esta pieza.
Todo esto es lo que se nos brindó en “Días Eternos”, una nueva obra magnífica curtida por la refinada orfebrería sónica que define la esencia de los cuarteles musicales de SAENA. Este genial grupo mexicano ha gestado uno de los discos más notables de la esfera latinoamericana dentro de la producción progresiva internacional del presente año 2021. Tan frustrante como pudo ser la espera del eternamente próximo disco de SAENA a lo largo del segundo decenio de este milenio, una vez erigido como una realidad concreta, se impuso por mérito propio como una obra maestra del rock artístico contemporáneo. ¡Totalmente recomendable!, ¡totalmente!
Muestras de “Días Eternos”.-