Roger Waters
27 de Abril 2012
Lugar: Foro Sol, México, D.F.
En menos de dos años, el señor Roger Waters regresa a México con su MEGA (pero en serio, MEGA) espectáculo musical interpretando de manera íntegra el renombrado disco The Wall de Pink Floyd. Esta vez adaptado para grandes arenas al aire libre.
Rememorando aquellos tres conciertos que ofreció el señor Roger Waters en diciembre del 2010 en el Palacio de los Deportes fueron (y por mucho) eventos inolvidables para todos aquellos que tuvimos la oportunidad de asistir. En mi caso, aquella memorable noche del 21 de diciembre quedará grabada en mi memoria como uno de los mejores conciertos que haya podido vivir por el resto de mi vida, un concierto donde la magia de ese gran regalo llamado música se hizo totalmente presente en cada uno de los rincones de mí persona. Por lo que, la sola idea de poder repetir esa experiencia (pero esta vez en un recinto prácticamente tres veces más grandes que el Palacio de los Deportes como lo es el Foro Sol) sonaba a la oportunidad ideal de poder volver a vivir una experiencia sin igual.
Dicho me temo (o dicho me alegro, según se vea) que aquella irrepetible noche del 21 de Diciembre del 2010 fue precisamente eso: irrepetible.
Oh sí, lo vivido el pasado 27 de abril en el Foro Sol estuvo lejos del ambiente y euforia que se vivió hace casi dos años en el recinto de enfrente, además de que es entendible que el factor sorpresa (básicamente el show era el mismo sólo que en un escenario mucho más grande y apantallante) se perdió bastante. Pero alto, que esto no se malentienda, que no cunda el pánico, que no haya desánimos, sólo hablo de mi experiencia personal de un espectáculo que ya había presenciado antes y donde el inevitable factor de comparación estuvo presente durante todo el concierto. ¿Qué Roger Waters ofreció un débil concierto en el Foro Sol? No, no, para nada, Roger Waters ofreció, como el gran profesional que es, un concierto impresionante, enorme, grandilocuente, magnánimo, y que seguro, para muchas, muchas personas que lo presenciaba por primera vez, lo más probable es que se hayan llevado la misma impresión que en su momento yo tuve la primera vez que lo viví y se reduce a la simple expresión de: ¡WOW!
Antes de empezar, tengo que mencionarlo, el disco The Wall ni de chiste me parece lo mejor que ha hecho Pink Floyd, de hecho para mí es un disco bastante sobrevalorado no sólo de la banda sino del rock en general (tan sólo sus dos antecesores Wish You Were Here y el Animals me parecen bastante superiores y ni hablar sí me pongo a comparar las maravillas “olvidadas” como el Atom Heart Mother o el Ummagumma) pero ¡oh sí! una cosa es escuchar el disco The Wall en tu casita, en tu estéreo, con el vinilo o el cd puesto y otra muy, PERO MUY diferente es ver la representación de The Wall en vivo y a todo color. Sí Pink Floyd/Roger Waters siempre se han caracterizado por llevar espectáculos visualmente impresionantes, es precisamente cuando se trata de The Wall cuando estos señores echan toda la carne al asador con el carbón a tope para que todo quede bien cocinado sin ninguna queja de los comensales. Por lo que, tener la oportunidad de ver The Wall en vivo es un evento que cualquier buen melómano (te guste o no te guste el rock progresivo) tiene que presenciar. Además, nada supera el ambiente que se genera en conciertos masivos, sin duda, experiencias que siempre lo marcan a uno.
Y vámonos, viajando en camión por más de ocho horas (a precio baratísimo) desde Guadalajara hasta la Ciudad de México, arribamos al Foro Sol a las 10 de la mañana, así que, como obligación, había que ir a turistear un rato (padrísimo el D.F. para pasearse y con unas maravillosamente funcionales líneas de metro que me temo nunca veremos por estos lares de Guadalajara) esperando las horas para el gran show.
Ahí estábamos, ahora sí, afuera del Foro Sol a unas dos horas de que iniciara el evento (programado para las 21:00 horas) mientras poco a poco la gente iba llegando.
Afortunadamente (y como viene siendo usual de un tiempo para acá) dejaron ingresar cámaras (no profesionales) por lo que era obligación la foto del recuerdo, además de que, gracias a esto, al día siguiente aparecieron bastantes videos y fotos en la red desde todo tipo de ángulos y lugares.
Cuando por fin entramos al escenario (y vaya escenario que había montado, unas dos veces más grande que el ya de por si impresionante escenario que hubo en el Palacio de los Deportes dos años atrás) fue emocionante volver a ver el muro de The Wall parcialmente levantado y atrás de este, se encontraba la típica y emblemática pantalla circular que Pink Floyd utilizó durante años y años en sus conciertos.
Poco a poco la gente iba entrando, niños, adolescentes, jóvenes, personas de la tercera edad, mujeres, hombres, familias enteras; prácticamente todo tipo rango de público; 50 mil personas dispuestas a presenciar toda la pirotecnia floydiana de mano de uno de sus fundadores principales y una de las mentes líderes de la mítica banda.
Cosa curiosa, a pesar que se había anunciado que la venta de boletos estaba agotada desde hace meses (aunque desde luego se podían conseguir boletos ese mismo día en reventa) sí que hubo algunas zonas notablemente vacías en gradas laterales, aunque quizás los asientos de esa parte nunca fueron liberados dada la poca visibilidad que tenían hacia el escenario debido a las enormes torres de bocinas y reflectores que había a mitad del Foro Sol.
Como a las 21 horas con 15 minutos se apagan las luces, todos se ponen de pie (y de pie íbamos a estar TODO el tiempo) aparece Roger Waters, el resto de la banda; empiezan la gritería, los aplausos, la emoción, y arranca “In The Flesh?”, estos 4 minutos fueron el indicador para lo que íbamos a ver durante todo el resto del concierto: un i-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e despliegue de tecnología a tope, y para las personas que era la primera vez (y también para las que era la segunda vez ¡como no!) que lo veían, seguro quedaron asombradas ante el tamaño y despliegue de efectos visuales que fueron apareciendo en semejante y gigantesco escenario. Al final de la canción, un avión surcó todo el Foro Sol estrellándose en el escenario y recibiendo los aplausos de las más de 50 mil personas que estábamos presentes.
El sonido, claro y nítido, pero se oía bajo. Afortunadamente este detalle fue arreglado pero hasta después de la canción “Mother” donde los ingenieros de sonido aumentaron adecuadamente los decibeles y a partir de ahí, ninguna queja, el sonido fue sencillamente ¡excelente! y con un impresionante surround de efectos especiales de sonido que salían de cada una de las bocinas que rodeaban de manera circular todo el Foro Sol.
Se vinieron “The Thin Ice” y “Another Brick in The Wall Part 1” con la pirotecnia de luces a tope en el impresionante muro y en la pantalla circular del fondo. Apareció el sonido del helicóptero, varias luces en forma de reflectores circulares empezaron a iluminar a la gente y empezó “The Happiest Days Of Our Lives” para conectarla con la mega popular “Another Brick in The Wall Part 2” que por supuesto fue de las más coreadas de la noche. Esta versión supera y por mucho a la original, donde la sección final es alargada mucho más que la versión de estudio con buenos solos de guitarra y teclados. Aquí fue cuando apareció el gigantesco títere de unos 8 metros del “Profesor de Escuela” diseñado por Gerald Scarfe mientras al mismo tiempo unos 20 niños/adolescentes de las agrupaciones activistas de Marabunta y Barrio Activo poblaron el escenario bailando al ritmo de la música. Al final, Roger Waters se ejecutó una pequeña y tranquila pieza vocal que yo nunca había escuchado en vivo y que dio por finalizada toda la canción de “Another Brick in The Wall Part 2”.
El escenario se pone oscuro, Roger Waters se dirige al público comentando que el recital iba dedicado a niños víctimas del narcotráfico y mujeres muertas en Ciudad Juárez, con esto aparece en el muro la frase “Estamos hasta la madre” que recibió la ovación del público presente.
Todo esto sirvió de preámbulo para “Mother”, con Waters solo en el escenario mientras la pantalla era el reflejo de él mismo, pero 30 años más joven tocando en el Earls Court de Londres en la gira de The Wall de 1980. Claro, también apareció la marioneta gigante de “La Madre” del lado izquierdo del escenario mientras 50 mil voces acompañaban a Waters en el canto.
Se vino una estupenda versión de “Goodbye Blue Sky” (50 mil voces coreando Gooooodbyeeeee, blue sky….goooodbye) que fue muy similar en su proyección a lo realizado en la película de The Wall de Alan Parker de 1982, con aviones tirando todo tipo de simbología religiosa que terminaban en el suelo tiñendo de rojo todo el escenario ¡asombroso!
A partir de aquí y a gusto personal, vienen varias de las canciones que menos me gustan de The Wall, pero tal como dije, una cosa es su versión de estudio y oyéndolas en un ipod con audífonos comprados en la tienda de autoservicio de la esquina, que escucharlas en vivo con todo lo que “en vivo” conlleva. ¡Uf! no dejaba de ser impresionante el despliegue visual y auditivo que se formaba en el muro que servía de pantalla gigante, y lo mejor, el detalle del bajo volumen del sonido ya estaba totalmente arreglado, con los instrumentos sonando muy poderosos en el gigantesco foro.
Por supuesto, un detalle básico, en todo lo que he venido narrando y desde el mismo momento en que inicio el concierto, el muro no dejaba de crecer, poco a poco era construido, ladrillo, sobre ladrillo; tapando el escenario, a los músicos, casi de manera imperceptible mientras cada una de las canciones avanzaba; todo milimétricamente calculado.
En “Empty Space” aparecieron una vez más las imágenes visuales de Gerald Scarface de la cinta de The Wall, para conectar con “What Shall We Do Now?” (canción que no viene en el disco original, pero sí fue incluida en la gira de 1980-81 así como en la película de The Wall). Se vino “Young Lust” con la mujer de Pink gobernado la proyección del muro para pasar a “One Of My Turns” y “Don´t Leave Me Now” esta última con una impresionante, tenebrosa y opresiva imagen gigante de la mujer de Pink que poco a poco empezaba a llorar.
Se vino la tercera y última parte de “Another Brick In The Wall” para de ahí conectar con “The Last Few Brick” canción que tampoco viene en el disco original pero que también fue incluida en la gira de The Wall de 1980-81 y que es un pequeño puente instrumental (que ciertamente le da mucho más fuerza a toda esta parte de la obra) para conectar con la última canción de la primera parte de “The Wall”, la depresiva “Goodbye Cruel World”. Para estas alturas el muro ya estaba prácticamente levantado y sólo por un pequeño hueco aparecía Roger Waters entonando “…To make me change my mind goodbye” para dar por finalizado toda la primera mitad del concierto.
En medio de aplausos y gritos efusivos, la primera parte de la obra termina. Las luces se prenden y en el muro aparece un letrero de Intermedio.
El descanso duró unos 20 min. aprox. mientras en el enorme muro aparecieron imágenes de gente que ha muerto a causa de las guerras a lo largo de los años, y que han sido fotografías enviadas al mismo Roger Waters para que las expusiera en su show a manera de homenaje.
También hay que mencionar uno de los grandes PEROS que ha tenido esta gira de The Wall desde sus comienzos allá por el 2010 y es que, se ha mencionado mucho, tanto en diferentes medios de comunicación como en comentarios que circulan por red, que Roger Waters hace playback en varias canciones. Pero vamos, este señor ya anda por los 68 años de edad, tan poco le pidamos peras al olmo, afortunadamente, el resto de la música (guitarras, bajos, teclados, etc.) todo es tocado en vivo, como tiene que ser claro está, o por lo menos eso me quiero hacer creer, que todo es tocado en vivo.
Y seguimos…
Las luces se oscurecen de nuevo, la gente se prende en aplausos y gritos nuevamente, el muro adquiere un desolador tono oscuro y sin ningún músico a la vista (ni Roger Waters) empieza a sonar “Hey You” que fue bastante coreada por todo el público.
Se viene “Is There Anybody Out There?” donde en medio de unos pequeños huecos en el muro aparecen los guitarristas para tocar la bella melodía acústica que conecta con “Nobody Home”, aquí se abre otro hueco del lado izquierdo del muro que dio paso a un cuarto con tele y un sillón desde donde Roger Waters estuvo cantando, todo esto a su vez era proyectado de manera gigante en las laterales del muro.
Con “Vera” el muro desplegó unas emotivas y emocionantes imágenes de niños recibiendo a sus padres después de haber llegado de la guerra. Y es aquí donde empiezan a aparecer las canciones que más me gustan de “The Wall”.
Suena “Bring The Boys Back Home” y nuevamente unas imágenes de víctimas de guerras inundan el recinto. Mientras el Foro Solo era inundando por el coro ”… no,no, bring the boys… back home” se empezó a escuchar el conocido y emocionante preámbulo para uno de los momentos estelares de la noche “Time to go! Time to go!... Is There Anybody Out There?” y vámonos llega (redoble de tambores por favor) “Comfortably Numb”. Aquí señoras y señores, son palabras mayores, fue y por mucho uno de los mejores momentos de la noche, tanto a nivel de interpretación, como a nivel musical como de emotividad. De entrada la versión fue mucho mejor que la de estudio, con el solo de guitarra mucho más largo y climático, sumándole el impresionante despliegue de imágenes proyectadas en el muro que eran fusionadas de manera perfecta con la música. El espectáculo era simplemente de alucine. Toda la primera mitad de la canción era Roger Waters solo en el escenario, acompañado en la voz por todo el público; sobre todo cuando llegaba el momento de decir "I have become comfortably numb" era impresionante escuchar la fuerza de 50 mil voces cantando al mismo tiempo. En la parte de arriba aparece el guitarrista Dave Kilminster para el solo y aunque es inevitable hacer la comparación con Gilmour, Kilminster demostró que puede con el paquete, con una ejecución llena de emotividad acompañado con toda la pirotecnia visual en que era convertido el muro donde estaba él parado tocando.
Se vino “The Show Must Go On” donde por fin aparecieron todos los músicos delante del muro, para conectarla con la rockera “In The Flesh” donde el muro quedó tapizado de banderas con el símbolo de los martillos cruzados y Roger Waters caracterizado como dictador simulando disparar una metralleta al final de la canción.
Y con esto venia la recta final de todo el concierto: “Run Like Hell” y “Waiting For The Worms.
De la primera, se generó un ambiente magnífico entre la banda y el público, todo la gente aplaudiendo con las palmas hacia arriba guiados por el mismo Waters sumándole lo poderoso que se oía el coro de "Run, Run, Run, Run, Run" en 50 mil voces, además de que la versión fue mucho más larga y dinámica que la original de estudio. De la segunda, se vino ese detalle magnífico en donde toda la gente sacaba sus encendedores y los prendía y apagaba al ritmo de la música, detalle que, como llegó alguna vez a mencionar Roger Waters “sólo sucede en México”. A todo esto hay que sumarle que fue durante estas canciones que apareció flotando el famoso cerdo volador de Pink Floyd (que siendo estrictos era más bien un jabalí) que empezó a surcar por los aires todo el Foro Sol (por cierto, este jabalí no regreso a los vestidores, bajó a nivel del público y el mismo público lo agarró, y lo empezó a ponchar y destrozar -¿Mero acto vandálico?- pensé yo mientras veía el suceso desde la lejanía de mi lugar. No, para nada, bajar el muñecote hasta el nivel de la gente y que se apoderaran de él también fue parte del show, como se puede leer en varias crónicas donde se ha presentado The Wall durante esta gira).
Y claro, después de que todo el mundo estuviera coreando el "¡Haaamer, Haaamer, Haamer…!" y los martillos marchaban y marchaban en el muro, llega “Stop”; música y luces se apagan, empieza a sonar el piano, y entramos al acto final de la noche, la estupenda “The Trial” donde Roger Waters quedó nuevamente solo en el escenario y la pantalla empezó a desplegar toda la secuencia final animada de Gerald Scarface de la película de The Wall de Alan Parker. Por supuesto, dado el gigantesco tamaño del muro, el espectáculo visual era una autentica gozada.
Así, mientras las más de 50 mil personas, eufóricas y emocionadas, coreaban junto con Waters “Tear down the wall, Tear down the wall, Tear down the wall!!!!" El muro fue… derrumbado.
Aplausos, chiflidos, vítores, el grito de “Waters, Waters, Waters” resonando a lo largo y ancho de todo el Foro Sol, entre los escombros del muro sale Waters y toda su banda de músicos y se interpretan la última pieza de toda la obra “Outside The Wall” y con esta sencilla pieza, el concierto y toda la obra de “The Wall” termina.
Y desafortunadamente (o afortunadamente según se mire) una vez más, aparecen las inevitables comparaciones con el concierto de hace dos años, porque fue justo en este momento cuando en aquella ocasión, Roger Waters se aventó un curioso, divertido e inolvidable encore: “Another Brick In The Wall versión Mañanitas Mexicanas” y que le dio un final perfecto a aquel fabuloso recital del 2010. Pues esta vez, no hubo encoré y no hubo mañanitas, y seguro muchos, muchos de los asistentes que habíamos visto el show antes, esperábamos quizás “algo más” después del cierre final de la obra.
La banda se junta, se inclinan, reciben todos los aplausos y gritos entusiastas posibles. Roger Waters va despidiendo cada uno de los músicos, se despide él al último y así da por finalizado el enorme concierto, aunque sería más correcto decir, el enorme show musical.
¿Qué tanto concluir de este evento? tal como dije, escuchar The Wall y lo que conlleva su representación y montaje en vivo está muy por encima que escuchar The Wall en su versión de estudio. Sonido, luces, efectos, escenografía, energía, ambiente, todo en muy, muy alto nivel. Roger Waters entregó un gran recital, y para las personas que vieron por primera vez este gigantesco espectáculo, seguro quedaron tan asombradas como en su momento quedé yo la primera vez que vi este impresionante concierto.
Por ahí reza cierta frase “segundas partes nunca fueron buenas”. Tal vez esta segunda visita al mundo de The Wall no superó la primera, pero fue una muy buena segunda parte que bien valió la pena, así como bien vale la pena escuchar la discografía de los Floyds una, dos, tres, diez o cien veces.
¡Saludotes desde el otro lado del muro!